miércoles, 29 de junio de 2016

LO QUE PUEDE DAR DE SÍ UN HELADO. O la posición ética del sujeto para Psicoanálisis. PARTE I.




 








      


 
 







Más bien diría, la simbolización de la pérdida, única posibilidad de que la misma deje su omnipresencia.


El actor Ricardo Darín en una entrevista realizada por Gastón Pauls en  “Dos solos”,  (a los 39’’ 20')haciendo referencia a la relación de culpa que él establecía con los otros dice : “yo creo que todo eso es por culpa, o por problemas en la infancia, se te cayó un helado y no te lo repusieron, porque si no, no sé porque uno se tiene que hacer cargo de cuanto te planteen los demás, yo atravesé  gran parte  de mi vida haciéndome cargo de ese tipo de cosas, insisto, no por buena persona sino para mejorar mi imagen respecto a mí mismo, ….y antes respecto a los demás, pero ahora cada vez menos…ya no es responsabilidad mía el estado de ánimo del grupo”

Seguramente para la mayoría de la gente, la referencia a ese helado al que el actor atribuye un lugar trascendente en tanto causa de  su posición ética como sujeto de deseo, pase desapercibida; o si no lo hace, puede que para muchos carezca de sentido(“no tiene nada que ver una cosa con la otra dirán),  y hasta pueda inclusive resultarles ridícula o cuanto menos graciosa: ¡mira que  asociar la culpa a un helado que se cayó y no fue repuesto!, este tipo está de broma, o hasta puede que piensen algunos: ¡estos argentinos siempre pensando psicoanalíticamente se pasan!. Y sí, se trata inevitablemente de pensar con el psicoanálisis, porque es la teoría o concepción del Hombre que toma en cuenta su ser de inconsistencia, el que hace posible entender cuál es  la posición del sujeto del inconsciente y el por qué de la misma, en ese decir que el actor dice y que de él dice, sin saber lo que se dice.

 Desde ese  lugar de un saber no sabido que se dice, Ricardo Darín  atribuye la categoría de “trauma de infancia” a la caída supuesta de un helado no repuesto. Habría sido interesante, y sin lugar a dudas revelador, y quizás hasta  del orden de la re-creación para sí mismo, el  haber podido interrogarle sobre ese “helado no repuesto”, y escuchar sus asociaciones de pensamiento-afecto al respecto, las cuales le habrían permitido posiblemente apropiarse de ese saber (hacer consciente, lo inconsciente) para entender un poco más acerca del porqué de su posición;  y así poder  des-identificarse sabiendo aún más de la misma. O sea, desprenderse o restar aún más esa culpa a la cual hace referencia, y su exagerada tendencia al deber -manifestación de su conciencia  moral- derivada de la misma. Deber  que  en etapas anteriores de su vida según nos dice, hizo insoslayable su necesidad de reparar, subsanar, ayudar al otro en demasía o con cierta desmesura, pagando según puede leerse ente líneas -como él mismo nos sugiere que lo hagamos en determinado momento de la entrevista-, de más al Otro, y por el Otro. Estamos ante lo que podemos denominar castración, deuda simbólica del sujeto con el Otro asumida por el sujeto y que por tanto ha de ser pagada.

Pero ese sería el trabajo que se realiza en un psicoanálisis, y en este artículo no se trata de analizar a Darín, lo cual por otra parte es imposible,  además de que sería un disparate la sola pretensión de llevarlo a cabo, ya que un psicoanálisis solo es posible  con el deseo del sujeto y el consentimiento de su persona, y solamente  en una relación analítica.
Sin embargo, si podemos decir, que lo que él manifiesta no es sin sentido. Al contrario, sus palabras remiten al origen común de la responsabilidad subjetiva que es acerca del deseo propio, la cual queda inaugurada siempre, para todo sujeto constituido como tal en función del Lenguaje (el sujeto es una función del Lenguaje en definitiva. y no al revés, aunque podamos de ello lamentarnos como de hecho nos sucede, pues no nos queda otra), por la caída o perdida de un objeto que Lacan llama objeto a, y que paradójicamente no es ningún objeto, sino el nombre que él da al agujero mismo, a la pérdida del objeto. Lugar vacíoque metafóricamente será, subrogado o  sustituido(simbólicamnete)vía metonimia por diferentes objetos, entre ellos el objeto de la pulsión oral, al que muy bien puede hacer referencia el dichoso helado del que nos habla el actor, y que remitiría a la experiencia del destete. Pérdida de un objeto que como él bien dice, no te repusieron, porque esa pérdida originaria no es posible de ser reparada totalmente, esto es, que ningún objeto podrá posibilitar en el sujeto el hacer como si esta nunca hubiera existido.
 Obviamente la pérdida y la no reposición del helado, es una manera de nombrar algo que es innombrable (¿Cuál es el objeto que se pierde en la entrada originaria del sujeto en el lenguaje?, ¿acaso no es el propio sujeto devenido ahí objeto en relación al propio lenguaje?). Por eso no se trata de que le repusieran o no el helado, es más, para nada se trata siempre y en todos los casos de un helado, podría tratarse de otros objetos donde la pulsión oral u otras (anal y su objeto, el escíbalo , la escópica y su objeto. la mirada, o la  invocante y su objeto, el oído) se pudieran encontrar satisfacción, aunque obviamente es muy probable que para los niños los helados como  alimento dulce generalmente asociado a  cierto plus de goce fálico (premio muchas veces) sirvan más que otros objetos comestibles  para enlazar el plus de goce de la pulsión oral ; aunque para Darín, en el momento de su enunciación estaba efectivamente  en juego la pulsión oral y el pecho como objeto. 

Aún así  la vivencia de pérdida simbólica o castración hubiera existido igual, ya que nunca se puede recuperar exactamente (igual a sí mismo) el  objeto perdido, y tampoco se sabe bien que objeto es, porque en definitiva ese objeto remite a  ese Otro que yo creo (de crear y fantasear) que en algún momento fui para mí mismo antes de saber de la  diferencia entre el je y el Autre. Ese ideal del yo que tengo como referencia, encarnado o materializado en un objeto concreto, pero que nunca se trata de un objeto concreto, sino de una imagen de completud perdida (yo ideal) recreada por mí respecto de mi mismo. Digamos que los objetos que vienen a cubrir el agujero (obj a) son  la re-creación simbólico-imaginaria  necesaria que hago a partir del Otro (partiendo al Otro) para poder separarme de mí mismo/Otro indiferenciados, para devenir realmente diferente del Otro. (la exitimidad en Lacan, lo más interior que sin embargo es exterior a la vez) Y la recuperación o reparación  siempre será imposible por estructura, e implicará otro objeto, nunca el mismo, aunque materialmente el objeto pueda ser igual. Esto significa que una vez el sujeto es apresado en la red del lenguaje, la identidad de percepción es imposible.
Y esa pérdida siempre remite a la infancia, no porque el psicoanálisis se empeñe en remitir al sujeto al pasado porque sí, sino porque, solamente ubicando en el pasado la ex -istencia de la misma, el sujeto puede crearse una ficción  para hacer soportable por la vía del sentido (otra mejor no hay)el desgarro que esta constituye(1), solamente sabiendo lo que ficcionalmente tuvo lugar en el pasado, puede aproximarse un entendimiento-lectura de  su posición actual en relación a la misma,  e intentar en  el caso de un análisis, su rectificación subjetiva de cara al futuro, buscando aminorar el sufrimiento. Esto que en el psicoanálisis deviene o va deviniendo -ya que se produce muchas veces en relación a diferentes goces-, como producto del mismo, y que este  denomina hacer una rectificación subjetiva, es un cambio de posición  que en este caso el actor dice haber hecho en alguna medida: “yo antes… y ahora ya no tanto, o ya no….”

(1)   También Ricardo Darín lo dice de otra manera, al referirse a la ventaja que implica para alguien, -en este caso para su hijo, que le plantea su deseo de dedicarse  a la actuación como él- el poder vivir de una actividad que posibilite la sublimación, en oposición a tener que vivir de actividades que solamente o fundamentalmente permitan sobrevivir. No es lo mismo poder  vivir de  sublimar el desgarro,- sublimar siempre implica creatividad, creación, y por tanto puesta en juego del deseo más auténtico del sujeto-,  que adaptarse al mismo taponándolo o entreteniéndolo y distrayéndolo  con objetos de consumo(creados por otros), casi la única salida para quienes dedican el tiempo a tareas que en realidad son ajenas, la mayoría de las veces incluso contrarias totalmente al deseo y por tanto a  la libertad (interior) del sujeto,  y a la expresión más auténtica de su deseo de ser.

 Es en el origen, y por tanto en el pasado y en la infancia donde la pérdida ha acaecido para el yo del sujeto, siempre y cuando haya habido obviamente registro de la pérdida ya que ello permite diferenciar y relacionar pasado-presente y futuro. Registro posible porque  el infans que es el bebé que aún no habla,  pero sí está ya de entrada tomado en la red del lenguaje a través del Otro, porque es dicho, hablado, esperado, deseado en un lugar nombrado por el Otro del lenguaje, de lo social(los padres ), un ser en el lenguaje como dice un precioso e interesantísimo artículo (*)

(*) Un trabajo interesante en francés : De l’infans à l’enfant : les enjeux de la estructuration subjective, par F. Frédérique Berger  WWW.cairn.info/revue- bulletin-de-psychologie.



 



 “El estudio del juego de "Fort-Da" es fundamental para entender el proceso de acceso a lo simbólico y su relación con la represión primaria. En su artículo titulado "Más allá del principio del placer" (Freud, 1920, p. 13-20), Freud describe en detalle la dimensión estructural del "juego de la bobina" en su pequeño de edad, hijo de un año y medio . En ausencia de su madre, el niño juega con una cadena de bobina adjunto. Él lanza de la cama y dijo, "O - O - O," Freud traduce como "fuerte" (a la izquierda) y felizmente de vuelta diciendo "Da" (aquí) y luego repetir este juego y desaparición completa reaparición con mucho gusto. El niño toma una actitud activa y se convierte en maestro de salida de mamá, que tiende a simbolizar, pero vive profundamente la separación, la pérdida, más allá del principio del placer, que afecta a casi a la pulsión de muerte . Freud da un lugar central en los conceptos de separación y pérdida al insistir en que el niño es incapaz de distinguir la ausencia temporal de la pérdida permanente; que puede incluso conducir "aphanisis" del sujeto (Jones, 1927), su negligencia en el cumplimiento o su aniquilación.
Al tomar este ejemplo clínico, Lacan da la bienvenida a la brillante intuición de Freud, lo que nos permitió reconocer que "(...) cuando el deseo se convierte en humano es también aquella en la que el niño nace con el lenguaje. "(Lacan, 1953, p. 318-319). Al hacer hincapié en este juego de apagón, que revela el proceso de simbolización y la eliminación primordial vinculado a él, Lacan está en la raíz de la orden simbólico y la esencia de la estructura subjetiva, aunque ' es en el sentido de un exilio irremediable. De hecho, "El sujeto es exiliado significante, que sólo él representa, y exiliado desde el conocimiento de que es el agujero: esta es la invención freudiana de la represión primaria. "(Sauret, 2000, p. 26).

(LOS SUBRAYADOS SON MÍOS)

El texto original en francés:
(L’étude du jeu du « Fort-Da » est fondamentale pour bien saisir le processus d’accès au symbolique et sa relation au refoulement originaire. Dans son texte intitulé « Au-delà du principe de plaisir » (Freud, 1920, p. 13-20), Freud décrit minutieusement la dimension structurante du « jeu de la bobine » chez son petit-fils âgé d’un an et demi. En l’absence de sa mère, le petit enfant joue avec une bobine attachée à une ficelle. Il la jette hors du lit en disant « O – O – O », que Freud traduit par « Fort » (loin, parti) et la ramène joyeusement en disant « Da » (voilà), puis il répète ce jeu complet de disparition et réapparition avec beaucoup de plaisir. L’enfant assume une attitude active et se rend maître du départ maternel, il tend à le symboliser, mais, profondément il vit une séparation, une perte, un au-delà du principe de plaisir, qui touche de près à la pulsion de mort. Freud donne une place centrale aux notions de séparation et de perte en insistant sur le fait que le nourrisson est incapable de distinguer l’absence temporaire de la perte durable ; celle-ci peut aller jusqu’à provoquer « l’aphanisis » du sujet (Jones, 1927), sa déréliction voire son anéantissement.
En reprenant cet exemple clinique, Lacan salue l’intuition géniale de Freud, qui nous a permis de reconnaître que « (…) le moment où le désir s’humanise est aussi celui où l’enfant naît au langage. » (Lacan, 1953, p. 318-319). En insistant sur ce jeu d’occultation, qui dévoile la symbolisation primordiale et le processus d’aliénation qui lui est lié, Lacan le situe à la racine de l’ordre symbolique et de l’essence de la structure subjective, même si c’est dans le sens d’un exil irrémédiable. En effet, « Le sujet est exilé du signifiant, qui ne fait que le représenter, et exilé du savoir dont il est le trou : c’est là l’invention freudienne du refoulement originaire. » (Sauret, 2000, p. 26).


Es interesante escuchar además cómo el actor ubica al responsable de la no reparación de la  pérdida en el Otro (el otro no le repuso el objeto perdido), pero la culpa en sí mismo. Parece una paradoja, ya que  podríamos pensar que él es víctima de una supuesta situación del orden del destino,  del azar  “que quiso” que a él se le callera el objeto-helado, y por lo tanto que es inocente,  no culpable. O en todo caso culpable de ser tan  tonto como para  dejar caer su helado, lo cual es siempre posible de ser pensado por el sujeto. Entonces ¿quién es culpable, el o el Otro  por no reponerlo? (volverlo a poner, volverlo a dar o crear,- aún  sabiendo que si se  lo hubieran vuelto a dar, tampoco habría sido suficiente para reparar el sentimiento de pérdida del sujeto,  porque la diferencia entre el objeto primero y el segundo -entre el objeto originariamente perdido y el sustituto metonímico que la metáfora crea-  subsiste registrada en la psiquis como castración, o sea en el lenguaje). 

 Sin embargo Darín no dice que la culpa la tiene el Otro,  sino que hace  re-caer la misma sobre él, y dice que para subsanar (perdonarse) pagaba de más, desmesuradamente haciéndose cargo de todo lo que le sucedía a los demás, haciéndose cargo (pago- cuenta , peso moral)del estado anímico del grupo ¡nada menos! Así la culpa de la pérdida o castración simbólica,  parece recaer sobre sí mismo, pero no porque al objeto lo perdió él, sino por algo que ahí queda sin enunciarse pero que reaparece en la entrevista más tarde, y a lo cual el actor admirablemente refiere,  y para nombrarlo utilizo este adverbio porque su actitud  habla o da cuenta de su madurez afectiva  al ser  capaz de reconocer y nombrar con todas las letras: el odio, el odio originario que todos tenemos hacia la diferencia , hacia esa pérdida original del objeto que nos hace darnos cuenta de nuestra castración y de nuestra dependencia y diferencia respecto al Otro.  (Darin lo cita en referencia a planteamientos actorales que lo sacan de lo conocido, de lo que hoy a la gente le gusta llamar la “zona de confort”, esa zona donde el sujeto está acomodado suficientemente, o con suficiente goce o placer(habría que ver de cual de los dos se trata en cada caso, ya que la posición del sujeto es bien diferente:   en el caso de que el mantenerse en dicha zona fuese debido al goce, el sujeto posiblemente quiere moverse pero aún queriéndolo e intentándolo no puede, ya que su deseo inconsciente no se lo permite: seguramente eso que el sujeto quiere está en conflicto con otros aspectos de su yo, y en el otro caso, el deseo de permanencia en una lugar o posición está determinado por el placer que obtiene el sujeto en la misma. En este último caso  puede suceder que  el deseo de movilización y supuesta “superación”  es deseado e impulsado  por otras personas del entorno del sujeto, quienes esperan que aquel  haga cosas que a ellos le depararían quizás placer poderlas hacer, o ver que otro, con el cual tienen una determinada relación y determinadas  transferencias, las hace; por ejemplo en la  entrevista, el que el entrevistador le pregunte  acerca de la industria cinematográfica Norteamericana, y parezca querer impulsarle a trabajar en la misma, lo cual en ese momento no parece interesarle demasiado al actor, sea por lo que sea,  porque está satisfecho bien haciendo lo que hace, por sus miedos u otras  circunstancias  válidas en este momento para él, como ser  la imposibilidad de actuar en una lengua en al cual no piensa , que el mismo refiere )
El habla de ese odio en relación al objeto primario , a Lo Otro,  odio al que todos a-sentimos pero intentamos reprimir, renegar o forcluir -dependiendo de nuestra estructura psíquica- por amor,  ya que también amamos y dependemos del amor de ese Otro al que  por momentos, cuando nos frustra, odiamos(2) 

(Obviamente que no siempre se necesita ni se quiere ser amado por el Otro, ni la culpa tiene esta dimensión; todos conocemos personas que no tienen en cuenta demasiado los deseos del Otro o por lo menos que son capaces de considerar antes siempre los propios que los de cualquier  otro, lo cual indica que existe en ellos un menor sentimiento de culpabilidad inconsciente ;  e inclusive es posible encontrar  y quizás cada día más, personas que no experimentan ningún sentimiento de culpa ni deuda o deber para con el otro, y muy bien pueden dar libre curso a la expresión del odio mismo , llegando inclusive a matar o  asesinar al otro sin el menor remordimiento como sucede en algunas  personalidades psicopáticas, o a llevar a cabo acciones que como subrogados del mismo, implican  la total desconsideración por las necesidades y deseos de los otros, y la actitud de  hacer prevalecer siempre los propios por sobre los de cualquiera, sin importar que las personas en cuestión esten en posición de clara desventaja  física, psíquica, intelectual  o socio económica psíquica, etc.)









 





Ese odio generado por la atribución que hacemos de que es el Otro quien nos privó del objeto de satisfacción, frustrando así nuestra demanda de amor,  y/o no nos lo repuso, se vuelve contra el propio yo, y nos retorna como culpa: culpa por haber odiado y agredido- matado en nuestra fantasía al objeto que  a la vez amamos, ya que la culpa solamente puede instaurarse si el objeto odiado es también y a la vez amado. De ahí que el deseo de reparar  en otros  el supuesto daño fantaseado realizado, hacerse cargo de que el otro esté bien  y cederle todos los dones, no es llevado a cabo solamente  por el Otro,por nuestro amor hacia ese Otro, como el propio Darin nos dice, sino por la imagen ideal ( el ideal del yo)que cada uno se ha forjado  de sí mismo (narcisismo), la cual obviamente  siempre, se quiera o no, está en relación a ese Otro; no queremos desilusionar-nos así como no quisimos desilusionar en el pasado  a los padres infantiles para quienes como Freud decía fuimos “Su majestad el Bebé” , yo ideal que transformado subsiste en el ideal del yo de cada sujeto, así pueden decirlo de manera tan clara y hermosa estos versos de  Santa Teresa de Jesús, cuyo  ideal, la tan alta vida que ella esperaba, era la Otra vida, para lo cual se forjó un ideal de perfección y amor sin límites al OTRO, DIOS o más allá del  límite que separa vida y muerte ya que para ella lo que llamamos la  muerte era su aspiración, o sea  la vida, eterna:

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.








(2)Es importante realizar una aclaración en lo referente a que entiende el psicoanálisis respecto de dos conceptos citados relacionados entre sí, el de privación y el de frustración. La privación para Lacan es una falta en lo real que solo puede ser efecto de lo simbólico ya que en sí en lo real  no falta nada. El daño vivido por el sujeto es imaginario  y el objeto es real. No es lo mismo la frustración del goce del objeto que la frustración de amor. Lacan ubica a la madre como agente de la frustración en la medida en que es el Otro simbólico que introduce una falta en lo imaginario cuyo objeto es el pecho real. Por esta misma operación, la madre transforma este objeto en un objeto de don, en el signo de su amor. La frustración como daño imaginario, toma el sesgo de frustración de amor. y la frustración  implica la interpretación que hace el sujeto acerca de verse privado por este Otro, del objeto, ya que se trata del amor en la frustración; una falta imaginaria respecto de un objeto real;  el Otro me priva del objeto de satisfacción plena (privación ) porque no me ama(frustración del amor): no me ama lo suficiente o me odia, o quiere más a mi hermano  y a él sí se lo brinda,  o no me ama lo suficiente porque yo no respondo a tales expectativas, etc.
Y finalmente la castración es una falta simbólica en relación a un objeto imaginario, el falo imaginario.


lunes, 13 de junio de 2016

Actualidad: UNA CLÍNICA DEL VACÍO O DEL SIN SENTIDO DE LA VIDA.


Por Anabella Rodríguez Reyes.



INTRODUCCIÓN.
Antes que nada quiero hacer llegar mi agradecimiento a esta colega a la que hago referencia en este trabajo, con la cual hemos estado tratando de pensar algunas situaciones clínicas con niños, con la finalidad de entender lo que les sucede y poder encontrar la forma más adecuada para brindarles ayuda, ya que si bien este trabajo es producto de cuestiones que ya me he venido preguntando, el mismo quizás no estaría siendo creado , o por lo menos no de esta manera, de no haber tenido lugar este encuentro que ha  dado lugar a un  enriquecedor intercambio profesional y que me ha motivado y posibilitado hacer este mismo.

PRESENTACIÓN.
Estos días estuve charlando con una colega que trabaja mucho con niños y con algunos jóvenes, y  me comentaba que estaba observando que muchos  de los mismos  tenían serias dificultades para la subjetivación de su malestar, y se preguntaba si es que ella tenía algún problema de percepción, o muchos niños en la actualidad parecían tener ciertas características psicóticas y/o autistas.
 No disponemos de datos  adecuados para contestar a esta pregunta, podría ser que a ella le llegaran sobre todo niños con dificultades de ese orden, porque trabaja en el ámbito del autismo desde hace mucho tiempo y los profesionales que la conocen tienden quizás a derivarle niños que presentan  estas problemáticas. En este sentidohay quienes sostienen planteamientos como este:

“El siglo XXI es testigo de un aumento creciente del diagnóstico de autismo en la infancia. Se ha llegado a hablar de una verdadera epidemia. Este diagnóstico en expansión, ¿corresponde siempre a los individuos involucrados en ella? Una pregunta resulta acuciante: no se trata solo de diagnósticos sino cuál es la propuesta de tratamiento viable para los niños autistas.( “Niños autistas”, Silvia Elena Tendlarz en Virtualia  25) (1)

  aclarando que:
 Antes que nada es necesario distinguir el autismo del concepto de "goce autista". El autismo no es una enfermedad de la ruptura del lazo como expresión de nuestro mundo moderno aunque prevalezca el "todos autistas" en nuestro lenguaje corriente. El goce es siempre autoerótico, autista, más allá del tipo de lazo que prevalezca en nuestra contemporaneidad. El "autismo generalizado" nombra al goce, supone el lazo con el otro, sin que esta generalización suponga un diagnóstico. Es más, Jacques-Alain Miller indica que el autismo en sentido amplio es una categoría transclínica: es el estado nativo del sujeto al que se añade el lazo social.

Con esta colega hablamos de cómo el tratamiento con estos niños ha de ser diferente  al que una realiza en el trabajo con niños estructurados de una manera neurótica.

AUTISMO Y PSICOSIS: POSICIONES  SUBJETIVAS DIFERENTES.

 Básicamente diré que la gran diferencia entre unos y otros está en su posición en el lenguaje, mientras que un sujeto neurótico está ordenado (estructurado) psíquicamente en  y por el lenguaje, ha sido tomado en el significante, el sujeto psicótico o autista no. El discurso y la relación con la palabra en el primer caso, es simbólica, porque está operando la castración y en el segundo no existe esta dimensión de la misma. El goce pulsional está embarcado en la palabra en el primer caso y no así en el segundo.
Para intentar especificar un tanto más estas diferencias citaré el planteamiento que realiza sobre el tema Nora Bruner en “Entradas y salidas al autismo” (imagoagenda.com :


“La experiencia clínica con bebés y niños con problemas en el desarrollo, (con o sin base orgánica sobreagregada ) me muestra que en la posición autista y psicótica, se juegan para el niño –en la relación al significante– cuestiones diferentes, y son de tal importancia para la constitución del sujeto que resulta imposible no tenerlas en cuenta en la dirección de la cura sin afectarla seriamente.

En el libro Duelos en Juego (Letra Viva. Buenos Aires. (2008/ 3era edic. 2013), propusimos que:
La operación de aceptación, inscripción, y/o entrada simbólica, o la operación de rechazo y expulsión, recaería sobre distintos significantes según se trate de un caso de psicosis o de autismo. En el autismo si alguna relación al significante podemos reconocer, es la de ausencia de relación, “relación de exclusión” de su posibilidad de ingreso, a todo significante se lo mantiene desconectado y no-encadenado. Mientras que en las psicosis se jugarían los efectos de la significación elemental, des-encadenada y no ordenada fálicamente. (Como ejemplo, en la psicosis melancólica, “ser insignificante” o “el insignificantucho”, es el único lugar de representación posible). En el autismo se jugarían como efecto, el vacío de significación y/o la caída –transitoria o definitiva– de la significación del ser (hace su entrada la “in-significancia” falica radical).
Si el psicótico estaría en el campo de la palabra pero no en el de su función, el autista mantiene su relación al lenguaje y sus leyes, al Otro primordial, pero rechazándola activamente, es una relación de rechazo de relación. El rechazo al significante es absoluto y masivo.
En la psicosis los que están rechazados de inscripción son los significantes de los nombres del padre. El rechazo podríamos decir que es parcial, se rechazan los significantes del orden paterno, mientras que en el autismo se trata de un rechazo total, absoluto y masivo al Otro del significante en cuanto tal”.
“El autista, sostiene activamente su exclusión, su no implicación, manteniéndose a distancia para no ser encadenado por el filo mortal del juego del significante como tal y en su conjunto rechazando su posible ingreso.
El deseo literal, desde distintas vías combinadas, de no entrar al juego se apodera del niño en el autismo.
En el autismo se inscribe el rechazo de la admisión-inscripción-entrada del conjunto de los significantes, y como consecuencia, el vacío de significación.
En este sentido en el autismo la posición subjetiva (si acordamos otorgarle dicho estatuto) que la diferencia de otra posición y de cualquier otra relación del sujeto al significante, es sostener activamente la exclusión y no-implicación, es decir producir la aversión del Otro, y para ello hay que “girarle la cara al Otro del significante.”
Eric Laurent indica que la inclusión del sujeto en el autismo implica el funcionamiento de un significante solo en lo real, sin desplazamiento, "pieza suelta" que actúa de modo tal que busca un orden fijo y un simbólico realizado sin equívocos posibles, verdadera "cifra del autismo"



RELACIÓN  DEL SUJETO AL SIGNIFICANTE E IMPLICACIÓN SUBJETIVA.

Estos posicionamientos en relación al significante que se dan en el autismo y en la psicosis, hace que no podamos trabajar con estos niños con y desde la dimensión metafórica del lenguaje a la que nos tienen acostumbrados los sujetos de estructura neurótica. Y si bien, en muchos casos no puede establecerse de entrada, ni nunca conviene hacerlo de manera apresurada, un diagnóstico en uno u otro de estos sentido, si podemos constatar  a nivel general dificultades diversas de algunos niños con dicha dimensión metafórica del lenguaje y ello implica para muchos profesionales, más acostumbrados a trabajar con niños estructurados de manera neuróticos, un desafío profesional.
En primer lugar porque para el psicoanálisis, así como para todos los que trabajamos desde enfoques psicoterapéuticos que consideran importante la pregunta acerca de la responsabilidad o el compromiso subjetivo que la persona pueda  establecer con el malestar que le aqueja (ya sea que se trabaje desde la teoría psicoanalítica o de alguna de corte humanista), la pregunta por dicha implicación subjetiva en estos casos suele no presentarse, ni en el sujeto ni tampoco en sus padres muchas veces, ya que  los síntomas no remiten para ellos a otros significantes , a posibles sucesos de su historia, sino que son signos  de deficiencias cerebrales concretas del tipo que sea.
 Y este no preguntarse ni subjetivar el malestar es reforzado en la actualidad constantemente por la Ciencia, y por los profesionales (psicopedagogos, psicólogos)que siguen sus directivas  la cual  propone como causa única para los mismos, desordenes de orden biológico sean genéticos , hereditarios o no, o congénitos. El sujeto así no  tiene nada que ver en su malestar, no es responsable del mismo. Y sin embargo, el compromiso subjetivo en el malestar es de gran importancia para el psicoanálisis, porque de él depende la actitud de la persona, su decisión de trabajo, su apuesta en y por la cura, y el mantenimiento de la misma en pos del cambio, para mejorar o intentar salir de lo que le aqueja, (en este sentido, que el propio sujeto sea artífice de su propio cambio es fundamental) e implica que el sujeto sea capaz de preguntarse por la causa de su malestar, la que  cuando ha operado lo simbólico, o sea la castración en el sujeto, es incontestable de manera rotunda- no hay La verdad- por el efecto metonímico del lenguaje que va desplazando la explicación de un significante a otro, esto supone la capacidad del sujeto de  preguntarse e ir encontrando respuestas ficticias, pero no por ello no verdaderas, a su malestar en los significantes que le nombran desde el Otro : por qué me sucede lo que me sucede, por qué esto (y no otros síntomas), por qué justo en determinado momento en que están aconteciendo -o no pudiendo “yo” hacer que acontezcan aunque quiera-  en mi vida, determinadas situaciones, que sea capaz de preguntaste qué perjuicios, pero también que “beneficios” (conscientes e inconscientes) obtengo con esto que me sucede. En el caso del niño , implica que los padres sean capaces de ir armando  explicaciones  ficticias plausibles según las situaciones vitales que les ha tocado vivir como familia,  a la problemática de su hijo en aspectos de la historia subjetiva de ellos como pareja y de su deseo en relación al niño, y no que simplemente consideren que la causa de lo que le sucede al mismo se limite a deficiencias en determinados neurotrasmisores o a déficits funcionales del cerebro,  que sean concebidos sola o primordialmente como heredados.

En este sentido, el citado trabajo (1) sostiene que :
“Se tiende a pensar al autismo como un déficit ligado a lo genético, que es constitucional o incluso como el efecto secundario de una vacuna en un momento determinado, e ello porque esa creencia  generalmente alivia a los padres puesto que los extrae de los penosos sentimientos que experimentan.
La búsqueda de una genética defectuosa ha llegado a tal punto que ante la dificultad de encontrar un "gen autista", los científicos han comenzado a hablar de "mutaciones genéticas espontáneas" ligadas al medio ambiente.

Obviamente que de acuerdo a cómo el mismo y cualquier padecer del sujeto  sea concebido tanto por los padres como por los educadores,- quienes muchas veces son los que derivan al niño al psicólogo cuando la problemática del mismo se presenta fundamentalmente en  la esfera del aprendizaje o en conductas que dificultan el mismo- se ubicara el niño en posición también de preguntarse sobre el porqué de su malestar recurriendo para contestarse a teorías o mitos familiares, esto es a  verdades ficcionales que aunque sean de tal carácter sirven al sostén simbólico del niño, impidiéndole quedarse en el vacío  histórico- subjetivo que  implicaría una explicación más o únicamente  cientificista y en la proyección masiva de la responsabilidad de  su padecer en un afuera en que él es incapaz de operar de manera empoderada por más cambios que haga.

UN EJEMPLO.

Por ejemplo, no es lo mismo, y tampoco el tratamiento será el mismo, si un niño es diagnosticado con el rótulo del trastorno  por déficit de atención e hiperactividad, y los padres educadores, y aún el propio niño aceptan el mismo como aquello que le define (le da su identificación) y que solamente será posible de ser tratado con medicación y /o técnicas conductuales de readaptación para el control de la ansiedad  y la mejora de la capacidad de atención, que si el niño y su familia se abren a pensar en que las causas de sus dificultades para concentrarse pueden estar  por ejemplo, como sucedía a una niña con la que yo trabajé y  que había sido diagnosticada con tal déficit por otra psicóloga,  en la pérdida de varios embarazos de la madre y no en un déficit genético hereditario. Todo el mundo de fantasía  y de  ficción que el trabajo psicoanalítico escucha e interpreta para desanudar los síntomas que son condensaciones de significantes, en otro tipo de tratamientos no se realiza ni aún tratándose de la neurosis. En este caso desde mi posición como analista pude escuchar  que la niña no podía prestar atención ni concentrarse porque su mente estaba ocupada, distraída de lo escolar, en preguntarse acerca de esta problemática vital que le preocupaba sobremanera. Le interesaba más saber y a la vez no saber sobre ello, porque se  sentía culpable de lo que le sucedía a su madre y a los bebés, y así su aprendizaje escolar, su deseo de saber sobre las materias escolares quedaba  impedido y contaminado por la ansiedad que le producía su conflicto entre el querer y no querer  saber y entender por qué le sucedía eso a su madre, y muy especialmente acerca del papel que ella se había atribuido en la  ficción que  inconscientemente, y por tanto sin saber, se había construido  para explicar el porqué estos hechos, ficción en  la cual ella se presentaba como  culpable( la que  no quería hermanitos y deseó que no nacieran, la que por ser la primera se había comido toda la comida que había en el vientre materno, no dejándole nada a sus posibles futuros rivales, la que quería ser ella la mamá que tuviera hijos para el padre, etc., fantasías que ella va escenificando en las entrevistas de juego que constituyeron su tratamiento. Una vez que se van haciendo conscientes  todos los contenidos o significaciones que han construido al armazón de sentido que es el síntoma, este pierde su fuerza y el sujeto va corroborando que él no es responsable  de dicho acontecer, que la fantasía no mata al Otro digamos, (pero sí puede llegar a matar al propio sujeto), y se va liberando paulatinamente del mismo, sin que sea necesario medicarle en este caso, recuperando su tranquilidad y capacidad de concentrarse en las tareas escolares ya que no solamente no es responsable sino que tiene otro espacio para decir acerca de su preocupaciones y su ansiedad acerca de los temas humanos  fundamentales  : el sexo y su relación con la vida y con la muerte. Obviamente que este proceso es lento, el analista ha de ir con cuidado respetando el tiempo subjetivo del sujeto, su capacidad de asumir el saber inconsciente que con su ayuda empezará a poder ser escuchado, y el cual le posibilitará reubicarse frente a su síntomas y a sí mismo, sacándolo de su posición de víctima o sujeto totalmente pasivo ante el padecimiento (el padecer que encierra un miento, una mentira, porque lo que la conciencia cataloga como sufrimiento, como “un no querer sufrir más de”, es goce pulsional a nivel  inconsciente). Se trata de ayudar a la construcción del síntoma que los psicoanalistas denominamos propiamente analítico, la construcción del sentido del síntoma( construcción ficticia y por tanto simbólica: cuento o novela familiar del neurótico como decía Freud), que en último término, si la cura se sostiene y avanza, habrá de llevarnos al sentido de la ex -istencia del sujeto en el deseo del Otro(especialmente esto es así en el caso de los niños, quienes en estas etapas en que se están estructurando psíquicamente, necesitan de forma imprescindible para poder llevar a cabo la misma,  del Deseo y de la presencia real del Otro(madre padre, educador); para intentar una vez que el tratamiento avanza –en el caso de adolescentes y adultos – un desprendimiento o un dar muerte  a los significantes de ese Otro, para forjarse una nueva forma de existencia, más propia, construida con, pero por fuera de la sostenida en los significantes con que ese Otro marcó o trazó  mi ruta de deseo como suya( lo que Lacan llama ir más allá del padre, pero sirviéndose para ello de los significantes que “en” y desde su nombre, aquel otorgó a su hijo, “padre” entendido como la función simbólica del lenguaje ).
En esta construcción dramática, el sujeto habrá de poder preguntarse  o plantearse qué sentido tienen sus síntomas con lo que está aconteciendo en su vida en estos momentos como ya decíamos, pero también, cómo se vincula esto con lo que  ha acontecido en su pasado, teniendo que tener cierta capacidad para establecer con cierta flexibilidad (con la duda, en forma de pregunta) relaciones causales que aporten sentido, que obviamente será ficticio -y no erróneo como pretende la terapia del comportamiento-, entre  los pensamientos o sentimientos que el sujeto experimenta, y las situaciones tanto  biológicas, sociales, económicas e incluso políticas, que estarían según el entendimiento/ interpretación del sujeto en el momento en que consulta, estarían determinando o pudiendo determinar la mismas. Sentido que para el sujeto tendrá estatuto de verdad en los primeros tiempos de la cura, y que  el terapeuta intentará ayuda a modificar mediante la promoción del cuestionamiento del sujeto  y su lectura, la cual  tendrá en cuenta fundamentalmente al sujeto del inconsciente, o sea  el  saber inconsciente que el sujeto enuncia en su discurso respecto al malestar de su posición, para apropiándose del mismo poder  “contar-se “ de otra manera; hacer posible una reescritura  que cambie  la relación en lo real  del sujeto con su síntoma y el sufrimiento que este le depara.

EXCLUSIÓN DE LO SIMBÓLICO Y  NO IMPLICACIÓN SUBJETIVA.

 Cuando esto no sucede, como parece que pasa hoy en día de manera cada vez más frecuente, según puede observarse en la clínica con niños y adolescentes, y sin que tampoco pueda realizarse de prisa (sí tomarse un tiempo de escucha para hacerlo)un diagnóstico certero ni de autismo ni de psicosis, podemos aún así constatar en la clínica la presencia de niños y jóvenes que  no se preguntan nada, que no establecen ninguna relación entre significantes , no simbolizan ni escriben ficción,  para ellos no hay (no hay capacidad de establecer) relación ficticia ninguna, causa- efecto entre los hechos o sucesos que acontecen en su vida (muertes, cambios, etc.) y sus conductas  o actitudes, o  la aparición por ejemplo de enfermedades o síntomas físicos (somatizar), sujetos en los que,  como hablábamos con mi colega, nada tiene-para ellos- relación con nada, sujetos  u objetos más bien (¡!) a quienes les cuesta hablar de sí mismos y en cuatro líneas creen haber relatado ya toda su vida, y que les cuesta hablar de sí mismos no solamente porque para ellos no hay relaciones causales entre los diferentes pasares que constituyen su vida, sino porque en algunos casos  hasta parecen tener pereza de  ser o intentar ser en el lenguaje,  ya que es este el que nos determina como tales, esto es, como seres  humanos, falta de energía vital (pulsión de vida)hasta para llevarse(hablarse) a sí mismos en el lenguaje. Sujetos que no se sostienen como sujetos “en” y “al”  mismo, y quienes por tanto, exigen del analista o del terapeuta,  una función mucha más activa que la que realizaba en épocas anteriores donde la neurosis era la reina de los diagnósticos. Una función que se me ocurre pensar como de hilar, de tejer una red simbólica, una relación significante que pueda empezar a sostener imaginaria y simbólicamente a ese sujeto que parece ubicado solamente en lo real. Comentábamos en este sentido,   que ahora a muchas personas hay que “sacarle las palabras como con tirabuzones”, preguntarles constantemente, intentar proponerle al sujeto relaciones de sí mismos con los hechos, de determinados hechos  entre sí, o de  sus conductas con determinados  hechos, o sentimientos, e incluso hacerle tomar conciencia de sentimientos que el sujeto es incapaz de registrar en sí mismo: sentirlos y  pensarlos, o sea nombrarlos,  lo cual requiere  del mismo saber previamente diferenciarlos. En este sentido sucede que parece obliterada la zona cerebral vinculada a la integración de  los afectos(el sistema límbico)con el cerebro propiamente dicho o corteza cerebral; el sujeto siente una inquietud corporal y directamente actúa, sin que el sentimiento sea integrado al pensamiento: siente un malestar físico que podríamos pensar que corresponde a lo que si supiera y supiera nombrar/simbolizar, catalogaría como ansiedad o angustia , y trata de calmarse directamente actuando, expresando su ansiedad en forma de no estarse quieto en los niños , pasar de un juego a otro sin ton ni son, o realizar conductas un tanto temerarias, esto es  por fuera de los límites que establecen las normas a veces, o    vía adicción (adicionando objetos con los que intentaría calmar temporalmente su malestar, su vacio representacional o  imaginario -simbólico), ya sea que se trate de  comer, beber, comprar  tanto en niños como en adultos, o drogarse , tener sexo como forma de descarga pulsional simplemente en el caso de los adolescentes o adultos, etc. 


 
 




 
















 Actualidad: UNA CLÍNICA DEL VACÍO O DEL SIN SENTIDO DE LA VIDA.
Este intento de rescate forzado que el analista intenta  emprender respecto de la palabra del sujeto y de  significantes posibles para nombrarse,  busca  dotar al mismo de una historia que hasta el momento a veces este parece no tener, porque no ha sido escrita por el Otro; el intento del analista es entonces hacer devenir al sujeto persona(personaje), hacer que lo que para éste son simples hechos biográficos  que se acumulan sin relación, de manera fragmentaria y aislada, (ya que mucha veces no hay recuerdos sobre el pasado),   devengan significativos  y empiecen a tener una conexión con el sujeto, el que se presenta muchas veces indiferente ante los mismos o no entiende para qué le preguntamos determinados hechos de su vida, ni qué relación pueden tener los mismos con lo que a él le sucede, lo que también muchas veces hace que las personas abandonen prematuramente al analista ya que para ellos lo que este dice o pregunta no tiene para él ningún sentido.
Esta posición de los sujetos me  hace acordar mucho a las que aparecen en las obras de teatro del absurdo de Ionesco.

Obviamente que todo esto que vengo diciendo solamente es posible cuando el sujeto presenta lo que llamaría cierta “debilidad simbólica”, en el caso de que el diagnóstico de psicosis infantil o autismo sea certero el tratamiento discurre por otros derroteros.

Cuando hablo de debilidad 1 simbólica (¿podría asimilarse  a lo que Lacan llama debilidad mental?(I) me refiero por ejemplo al encuentro con  niños que no juegan,  no saben  jugar de manera simbólica, no saben cómo relacionar a personas con los animales y los objetos que habilitarían crear una historia asentada en diferentes entornos físico- geográficos. En este sentido, esta colega me comentaba que cuando ella les brindaba la caja de juego que contiene realizadas en madera de forma lo más abstracta posible figuras humanas, animales y elementos con los que pueden construirse casas edificios , granjas etc. y  también elementos que semejan árboles, la miraban desconcertados, y simplemente movían los objetos de un lugar a otro, puro juego sensorio motor correspondiente según Piaget al desarrollo intelecto-afectivo de niños de entre 0 y dos años, siendo que son niños mayores de cinco años en muchos casos de los tratados; sin ser capaces de crear historias, e incluso que tendían a tomar para jugar a  los animales, dejando de lado las figuras humanas. Niños que preguntan  muchas veces: qué hago, qué puedo hacer con esto, y también de manera reiterada: qué puedo hacer (¿ser?)ahora, pregunta que muchas veces va acompañada de  la queja constante acerca del aburrimiento. Para calmar el mismo, producto del  vacío mental y afectivo en que des-gravitan, necesitan estar haciendo cosas “divertidas”(¿?!!) o excitantes quizás en demasía, permanentemente, y cambiando de juegos y objetos todo el tiempo. Esto da cuenta de cómo su “mente” o psiquismo es como un gran agujero o vacío al que el Otro ha de llenar o aprovisionar  con contenidos renovados, novedosos, sin tregua ni reposo , de ahí  la ansiedad que muchas veces desborda al sujeto y a quienes intentan educarle, la dificultad o incapacidad para concentrarse más que unos pocos segundos o minutos en cada cosa, que en muchos casos lleva a los profesionales psicólogos o psicopedagogos a  diagnosticar  el  manido déficit de atención con o sin hiperactividad.
Estamos así ante sujetos que no pueden re-tener contenidos (ideas pensamientos) quedando  atrapados en la mono-tonía repetitiva de la pulsión de muerte.
Hablando e intentando pensar algunas situaciones concretas, comentábamos con esta colega, valiéndonos para ello de la teoría psicoanalítica, que el psiquismo de estos chicos  funciona solo con lo que Freud en “La interpretación de los sueños”, cap. VII cuando presenta su “modelo” de aparato psíquico, denomina el polo de percepción-conciencia, el que está en contacto y es el encargado de recibir la información del mundo exterior vía los sentidos, sin que funcionaran los otros sistemas que organizaban el pensamiento y la memoria. Una necesidad de estimulación permanente desde el afuera de la percepción, los sentidos o la conciencia, porque la sobre-estimulación  o la sub estimulación a la cual han estado y están sometidos, les ha imposibilitado percibir y registrar la falta o ausencia del objeto, e inscribirla como tal en el segundo sistema constitutivo de su modelo de aparato psíquico, el de la memoria. O sea, no han podido anudar , representar (volver a presentar vía el símbolo)esa falta real del objeto  (digo falta o perdida de objeto porque  la re- unión con el mismo solamente podrá ser pensada en términos de  reencuentro , en tanto el mismo nunca será igual que el mítico (el supuestamente  primero y pleno del paraíso original), o la presentación de “la cosa” del sistema de percepción conciencia no ha podido metaforizarse, devenir  representación palabra correspondiente, en el segundo sistema que es el del significante. Para que un objeto pueda representarse, esto es simbolizarse, se necesita que el mismo se ausente, deje de estar presente todo el tiempo para la conciencia y la percepción, la muerte del objeto posibilita el nacimiento de un segundo sistema para Freud que es el vinculado a la memoria y al pensamiento , lo que hará que el objeto esté presente en el recuerdo y en el  símbolo, que es aquello que lo representa haciéndolo estar en el pensamiento y en el lenguaje cuando está ausente en la realidad.
Por lo tanto, para que el sujeto pueda simbolizar, crear ficciones, jugar simbólicamente, fantasear e imaginar se requiere la previa muerte/desaparición del objeto, de la cosa percibida, para que en el lugar de esa falta pueda recrearse vía imaginación y fantasía un sustituto, diferente  pero que guarde una relación de semejanza y contigüidad con el primero. Solamente la fantasía mantiene al sujeto entretenido, sin aburrirse, ocupado en la re-creación del objeto (lo cual es de importancia fundamental para la creación, la creatividad y el arte)

Tanto si al niño desde muy pequeño no se le ha se ha respondido por diversidad de razones a su necesidad de palabras Erósticas para la constitución de su ser de lenguaje (por ejemplo pueden incidir pero no siempre y no siempre de la misma manera, habrá que atender caso por caso, hechos como no tener nombre para él, no saber qué nombre ponerle , ponerle nombres de personas muertas o ausentes de las cuales los padres no han realizado el duelo, tenerlos porque vino y no había otra , pero nunca se los deseo, ni se reorientó el deseo una vez nacido el niño o niña, el niño es percibido como un estorbo que perjudica la vida de la madre como por ejemplo sucede en la película “Cisne negro” que me viene ahora a la memoria etc.),  como si se le  responde en exceso, tratando de que el niño se ajuste lo más exactamente posible al objeto ideal que los padres proyectan en él, y a los significantes que nombran el mismo, sin dejar tregua o separación entre los mismos  para que se instaure la falta que posibilite al sujeto el poder ser más que lo que el deseo parental concibió que fuera; esto es necesario para que el sujeto se sitúe en parte determinado y en parte indeterminado en relación al deseo del Otro, con una cuota de libertad.

Pero incluso para que el objeto pueda ser percibido y se pueda tomar conciencia plena de su materialidad se requiere tiempo, conocer, aprender y aprehender requieren  de estar en contacto con aquel objeto que es fuente de esos procesos a la vez que la separación del mismo. En ese sentido el niño necesita mucho tiempo de contacto con su madre para poder  aprehenderla apero también necesita que ella se ausente para poder diferenciarse de la misma, para poder saber que él no es ella, por lo cual tanto si a los niños se los deja el total vacio del objeto( no se los estimula en absoluto , esto es que  no se mantiene contacto ni visual ni verbal ni táctil  ni se juega con ellos, como si se lo hace en exceso sin cesura, sobre estimulándole, se está imposibilitando que el mismo  pueda establecer una distancia con el objeto, que pueda instituirlo como perdido como ausencia en lo real  y recuperarlo como presencia en lo simbólico. En este último sentido, el exceso de actividades extraescolares  a que están sometidos muchos niños  impide o dificulta aprender , porque las prisas y el tener que cambiar el foco de atención casi constantemente, o estar pensando en que a tal hora hay que irse en vez de en la tarea  que el niño está llevando a cabo, le imposibilita atender al objeto y a la particularidad del mismo, le impide concentrarse en profundidad, además de que la saturación de objetos bajo la forma de propuestas de actividades, impide que se instaure un lugar para el vacío, el cual es fundamental para  que pueda trabajar de manera libre y por tanto creativa el pensamiento del sujeto. Si el niño tiene que estar todo el tiempo ocupando sus sentidos y su conciencia en absorber informaciones, indicaciones de cómo hacer las cosas, normas, no puede distraer su atención de esa realidad presente inmediata, y dirigirla a su mundo de fantasía, se anula así la instauración de ese propio mundo, y de la capacidad de pensar, fantasear, imaginar, reflexionar, en definitiva de simbolizar y de crear.  



 














 














(I) “En su libro “Los retrasados no existen”, Any Cordie plantea cuestiones  en torno a la debilidad mental retomando la perspectiva lacaniana del holofraseado significante. Esta contracción holofrasica ofrece la apariencia de que el sujeto se fija a un significado dado, no pudiendo entender ninguna otra cosa que lo que se construyo de una vez para siempre. ” Cuando no hay intervalo entre S1 y S2 , cuando el primer par de significantes se solidifica, se holofrasea obtenemos el modelo de una serie de casos.”Las holofrases son frases que no tienen más que una sola palabra pero ella comporta un imperativo , por ejemplo “ venga”, con lo cual el niño se queda adherido allí, no hay más que un significante, no hay hiancia por dondeemerja el sujeto de deseo .
Es por eso que el débil mental ocupa el lugar que le asigna la madre, espacio al que la madre lo reduce en tanto objeto a.  La interrupción de la función significante , perceptible en la palabra del débil mental, esta ausencia de los significantes se designa a veces con el nombre de reezing, congelamiento, coalescencia. El termino intelligere, leer entre líneas, es lo que Lacan considera como inteligencia, y está referida justamente a la movilidad significante.
La expresión del débil mental, pobre, chata y repetitiva da cuenta de la imposibilidad que él tiene para apelar a ls significantes reprimidos , reacio a la polisemia de la lengua , el débil mental lo es también hacia el equívoco, la metáfora no hace eco en él y el juego de palabras es insoportable. El niño débil mental permanece adherido al Otro, pegado al discurso pero también a la imagen del Otro, del que espera las órdenes para seguir, no sale de un formulismo que lo asegura porque se aferra a un no saber que lo protege, en este sentido, cualquier despegue imaginario lo asusta en la medida en que pone en duda un equilibrio construido sobre un piso mínimo garantizado en LO INFANTIL Y LA INFANCIA, TIEMPOS DISYUNTOS., LIC. Silvia Tomas(WWW2.kennedy,edu.ar7departamentos/psicoanálisis/artículos.