domingo, 3 de mayo de 2015

PARTIRÁS CON DOLOR. Homenaje al día de la madre.

En estos días, viendo aproximarse el  proclamado acá en España, día de la madre, y dado que el nacimiento de mi hija casi coincide con el mismo, pues yo me interno para dar a luz un tres de mayo de tardecita y ella nace luego de un preparto doloroso que dura toda la noche, al otro día, 4 de mayo a las cinco y cinco de la tarde, hablábamos con una amiga sobre el parto. Ella que tiene hijos, pero no por la vía del embarazo y el parto, me preguntaba una vez más- en otras ocasiones ya habíamos hablado de este tema- si siempre es doloroso el mismo. Y  yo me escuche diciéndole, que hay quienes dicen que no, que no han sufrido dolor, pero que yo sí, en el preparto;  o sea en todo el trabajo anterior al parto propiamente dicho. El parto en mi caso, fue más bien del orden de lo orgiástico.

 Muchas veces he escuchado decir a la gente, algo que yo también he pensado, que algunas mujeres sentimos dolor en este proceso debido a que pesa sobre nosotras, cual una espada de Damocles , el precepto bíblico “parirás con dolor”, el cual nos conmina  a ello de manera inconsciente, dada la  influencia que aún tiene - aunque ya no sea tanta como antes-, en la educación, la sociedad y  la cultura la religión católica.

Pero aún así, me quedé pensando si es posible realmente parir sin dolor, parir que es siempre partir en su doble acepción “irse” y  partirse-dividirse.  ¿Se puede partir sin dolor? ¿Será que hay quiénes no pueden soportar hacerse cargo del dolor de parir-partir?
¿Qué implica entonces  “prepararse para el parto”, ¿se puede realmente estar preparada totalmente para un parto concebido de una determinada manera?, ¿ Qué se quiere nombrar al hablar de “parto natural”?

El parto, y toda partida implica un duelo.

Al parto también se le denomina “dar a luz” significado  de la palabra Mayéutica proveniente del griego. Se dice que la madre de Sócrates  era comadrona y que  dicha palabra que se traduce obstetricia (del latín obstare, estar a la espera),  la que se ocupa del parto o embarazo  fue modificada por Sócrates quien modificó el  significado médico que tenía mayéutica y lo reorientó al ámbito filosófico. Mientras el significado real de mayéutica es «El arte de hacer nacer (bebés)» Sócrates lo focalizó en «El arte de hacer nacer o arte de dar a luz (al humano pensador), procedimiento o arte en el que  a base de preguntas, se buscaba que el  receptor de ellas meditara y encontrara la respuesta él mismo.

También  esa denominación de dar a luz o parto se ha extendido al ámbito de la creación donde se habla de dar a luz y parir obras de arte, literatura, etc.   ¿Pueden los creadores parir sin sufrimiento o con una cuota de displacer además del placer que obviamente acompaña a todo proceso creativo? ¿Se puede dejar parir-partir a una/un hija/o u  a una obra sin dolor, ante el desprendimiento que ha de hacerse de las mismas?

Ahora bien, este tema del parto, me ha traído a la memoria dos grandes recuerdos, uno de  ellos un fabuloso cuento de Ernest Hemingway que por tercera vez retomo: “Campamento Indio”,  y el otro,el caso de una joven que vino a mi consulta  hace ya tiempo, estando embarazada  y a punto de parir,  debido a un gran “miedo al parto”, el que se conjugaba con una importante agorafobia.

En el caso de la joven, solamente diré que el trabajo analítico con ella,  que duró unos tres años y que se interrumpió debido a su retorno al país de donde había emigrado, nos hizo arribar a un miedo al parto mucho anterior : en primer lugar a una partida en su adolescencia  desde la protección de la casa familiar en el campo, a la ciudad,donde sin sus padres se  sentía expuesta a multiplicidad de peligros, debido fundamentalmente a su temor a tener que auto-regular sus pulsiones( sexo, bebida, etc.) sola, y no poder ni saber hacerlo, y a enfrentar posibles violencias y ataques de los otros al volver sola de noche de su centro de estudio(miedo al ágora, a la ciudad , al afuera).Miedo originario al parto – partir, el cual se hacía  presente en toda la sintomatología que daba lugar a su agorafobia: el miedo a los espacios abiertos que se expresaba en no poder salir de su casa sola, (y al principio del tratamiento aún acompañada por su esposo,  solamente a muy pocos lugares como era la consulta ),  la ansiedad, el miedo a morirse , la sensación de desmayo  y muerte inminentes, y de no poder respirar ( síntomas que confluyen en lo que hoy llaman en  psicología el ataque de pánico).

Toda esta sintomatología nos remitió en última instancia al miedo a su propia partida originaria: miedo a no poder ni saber vivir sin el Otro materno que ella consideraba que nunca le había dado el apoyo ni afecto necesario (por diversos motivos) para poder tener una identificación  suficientemente consistente que le permitiera sentirse segura para  partir y volar sola. Por eso para ella, partir de su madre, partir a la ciudad en su adolescencia y haber partido en su proceso migratorio era traumático ( troumatisme dice Lacan, trou agujero, que implica siempre el apresamiento primero del viviente “por” y “en” el lenguaje, y tropmatisme que dice la psicoanalista Colette Soler, para dar cuenta del exceso de trauma, de una vivencia que no puede ser dicha, esto es  apresada en la palabra ), y  la remitía a la partida originaria, donde sin el cuidado del Otro el sujeto prematuro está en riesgo de muerte (de ahí su temor  a la muerte, pues partir del Otro es asimilado a morir; su temor a no poder respirar, su desmayarse=morirse).
En  ese sentido me viene a la mente lo que decía la psicoanalista  Melanie Klein: “no hay suficiente yo al nacer”, el niño necesita del yo de la madre como yo auxiliar para organizar medianamente su mundo pulsional, para hacer entrar su biología en la  cultura, para devenir sujeto y constituirse y tener un cuerpo y obviamente “una psiquis”. Sin el cuidado del Otro el ser humano, por su inmadurez , al partir del vientre materno, corre riesgo de muerte tanto psíquica como física.

Su síntoma  “miedo al parto” condensaba múltiples líneas de sentido que nos llevaron, como no puede ser de otra manera, a ese miedo originario que todos tenemos, a la partida del cuerpo materno, del cuidado materno,  aunque no lo recordemos y se nos presente a veces mediante síntomas  cuyo sentido se nos escapa porque es inconsciente, y que  solo lograremos encontrarlo (hacer consciente lo inconsciente) por la vía del análisis.

Respecto al cuento de Hemingway, la  primera vez que lo leí fue en quinto de bachillerato y ya ahí  quedé prendada, luego cuando estudiaba la Licenciatura en Letras en la Facultad de Humanidades en Uruguay-estudios que no culminé al venirme para España-, volví a reencontrarme con él, y  lo elegí para hacer uno de los trabajos de ese curso porque intuía que el mismo me diría mucho más de lo que me dijo en la primera ocasión que me acerqué a él, y porque tenía la clara conciencia de que había algo que no había entendido cuando lo leí la primera vez. Y efectivamente fue así, esa segunda  vez el cuento fue una verdadera iluminación.

No procederé  a contar el mismo, recomiendo leerlo porque es una joyita, es magistral desde el punto de vista literario y psicológico. Diré que allí encontramos a Nick Adams,  un niño, personaje semi- autobiogáfico, que  presencia el nacimiento por cesárea de un niño indígena.

Y lo que citaré a  continuación es el recorte de los aspectos que me interesan de cara al tema  del parto que hoy me ocupa.

El cuento  nos habla de una madre indígena que hacía varios días estaba intentando dar a luz,  teniendo dificultades en dicho proceso, por lo cual el padre de Nick, médico, es llamado para socorrerla.

“Dentro, una india joven yacía en una tarima de madera. Durante dos días trató de dar a luz. Todas las ancianas del campamento la ayudaron. Los hombres, por su parte, iban a fumar al camino, lejos de allí, para no oír los quejidos de la mujer. Estaba gritando cuando Nick y los dos indios entraron detrás de su padre y Tío Jorge. Ella estaba acostada en la tarima inferior. Parecía enorme bajo la colcha. La tarima de arriba la ocupaba su marido, que tres días antes se había cortado un pie con el hacha. Fumaba en pipa. El olor de la habitación apestaba.

Este tramo del cuento, y valiéndome del saber psicoanalítico, lo leo de la siguiente manera: un padre que ante la inminencia del nacimiento de su hijo pierde literalmente “pie “(corte del pie con el hacha) lo cual en si no es tan extraño, pues  “ser padre” implica la asunción de un lugar simbólico que nunca podrá ser asumido plenamente, se es padre con fallas, no existe una definición que defina del todo lo que significa ser padre , se es padre como se puede y no como se quiere , lo mismo que se es hijo y madre como se puede también, y el querer y poder en cierta medida (la de la falta) siempre van desencontrados.

Este hombre indio ha sido conmovido en su ser ante ese llamado al lugar de la paternidad, y responde con un acting out : un accidente, un tropiezo (troumatisme )no es capaz de hacer un síntoma( dolor en los pies , un adormecimiento de los   mismos como se daría en un síntoma histérico por ejemplo), que diga simbólicamente y a medias del agujero- castración  a que lo enfrenta la respuesta por estructura imposible(no hay relación sexual” dice Lacan) respecto a su lugar de padre. La produce en acto  cortándose el pie. Y como veremos terriblemente al final del cuento, su imposibilidad de sostener la función padre es tan severa que culmina con un acto ya de la dimensión de lo que entendemos como pasaje al acto, donde él se borra como sujeto y se deja caer- morir identificado al objeto.

Es interesante también respecto a ese pasaje al acto, considerar la forma en que se suicida: cortándose el cuello: ante la imposibilidad de ponerle palabras a la experiencia de ser padre, ante la carencia de palabras (que no salen de su garganta) para nombrar el traumatismo que para ese sujeto implica ser llamado a ese lugar, produce  un corte definitivo con la vida.

 ¿Desencadenamiento de una psicosis? Ante el llamado  a ese lugar de ser padre, cada cual responde con su estructura y  todo dependerá de la cobertura simbólica que cada cual haya logrado tejer para cubrir ese agujero originario que a todos nos constituye  como sujetos.

Y es también a leer el tema del número de días en que le ha sucedido: dos días, el tercero llega el padre de Nick, medico a hacer una cesárea. El corte, cese cesárea que el padre del pequeño como tercero que  media- separa la dualidad madre –niño no puede hacer  ayudando al niño a nacer,  o sea a partir del vientre materno,  lo tiene que hacer otro hombre que en posición simbólica de padre corta de “manera artificial” la simbiosis originaria madre niño.

Y finalmente para culminar, aunque se me ocurren tantas cosas para pensar a partir del cuento, que haría un libro si siguiera, la vuelta al tema del dolor,  nos dice el cuento:

“Esta señora va a tener un hijo, Nick.

-Ya lo sé.

-No, no lo sabes -prosiguió el padre-. Escúchame. Está sufriendo los llamados dolores del parto. La criatura quiere nacer y ella quiere que nazca. Todos sus músculos están tratando de que salga la criatura. Eso es lo que ocurre cuando grita.

-Comprendo -asintió Nick.

En ese instante, la mujer lanzó un fuerte quejido.

-¡Oh! ¿Y no puedes darle algo para calmarla, papá? -preguntó el joven.

-No. No tengo ningún anestésico. Pero sus gritos no tienen importancia. No los oigo, porque no tienen importancia”

 Para concluir:

No puede anestesiarse el dolor psíquico del parto, por más que si se pueda anestesiar más o menos el físico.
Y ante la maravilla del parto, el grito, el dolor no tiene importancia porque  el grito es un recurso para liberar tensión:

 “todos sus músculos están tratando de que salga la criatura. Eso es lo que ocurre cuando grita”.

 Y lamento que para un día tan especial se me haya venido a la mente un cuento donde el padre no logra acompañar acompasar a la madre en su dar a luz ,  y opta por su partida definitiva, pero quizás porque vida muerte y sexo van de la mano.

LLEGÓ CON TRES HERIDAS. Miguel Hernández.

 Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,  
la del amor.


Y la del amor intentando curar la del sexo, porque no hay completud sino agujero en la relación  sexual,  el amor remienda, remedia.