“(…) el desvalimiento y el desconcierto
del género humano son irremediables.”
“De este modo se creará un tesoro de representaciones, engendrado por la necesidad de volver soportable el desvalimiento humano, y edificado sobre el material de recuerdos referidos al desvalimiento de la infancia de cada cual, y de la del género humano”
“De este modo se creará un tesoro de representaciones, engendrado por la necesidad de volver soportable el desvalimiento humano, y edificado sobre el material de recuerdos referidos al desvalimiento de la infancia de cada cual, y de la del género humano”
Sigmund Freud, “El porvenir de una
ilusión “, 1927.
Mejor que
renuncie quien no pueda unir su horizonte a
la subjetividad de la
época"
Jaques
Lacan "Función
y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”
“A pesar de todo,
de su mala fama
de que te acorrala
y aún te disfama
yo sigo creyendo,
sigo
querer creer
seguir
creer crear creyendo
que no hay peor desamparo
que el de la ausencia de la palabra
para poder aunque sea
lejana,
metonímica -mente,
nombrarlo
y poder hacer algo con el mismo”.
Anabella Rodríguez.
“… incluso
en las condiciones de mayor inclemencia, la explicación, la justificación, el
recurso al sentido -aún en su presumible insensatez-, posee una fuerza vital
extraordinaria, al ejercer propiamente una función de velo, de velar. Se trata
de una especie de trama, de pantalla, de intermediación, capaz de irrealizar la
desnudez del acontecimiento, refractando su inmediatez y resguardando aunque
sea en un nivel elemental, las condiciones mínimas de su posible subjetivación;
una delgadísima malla que recubre con alguna opacidad la crudeza del hecho”
“Trauma y desamparo” Mario Pujó
(vivilibros.com)
Hay algo del orden del azar, de la tyche o tuje que Lacan toma de
Aristóteles, para teorizar el trauma, ese encuentro con lo real, y del
automatom que hace que en una misma semana (la última de este marzo próximo
pasado) en mis dos lugares fundamentales de residencia (Montevideo donde viví
hasta que emigré a España, y Asturias, específicamente en Gijón donde ahora vivo) se estuviera hablando
al mismo tiempo del trauma.
Mientras que en Montevideo Mauricio Tarrab- presentado y comentada
su exposición por Jorge Bafico, ambos psicoanalistas-, hablaba en una
conferencia en la Facultad de Psicología acerca de “La actualidad del trauma”, acá en Gijón, Miralpeix psicoanalista del Foro
psicoanalítico de Barcelona, dictaba su conferencia “La dimensión traumática de
la sexualidad humana” en la Biblioteca Jovellanos a instancias del foro
Psicoanalítico de Asturias, y mantenía una actividad de profundización en el
tema con los analistas y participantes miembros de dicho Foro.
Quizás este encuentro de psicoanalistas en torno al trauma se deba
a la ex-istencia de un real de la clínica que insiste en la repetición para poder ser simbolizado
(trabajado, cuestionado, pensado, teorizado) por los propios analistas. Lugar
del agujero en el saber del analista, trou, troumatisme decía Lacan, algo del
orden de lo innombrable a él también lo afecta ante los sujetos que hoy día
consultan, quienes cada vez parecen contar menos con la posibilidad de tratar,
de bordear ese agujero de lo real inherente a toda estructura, con la palabra.
Y esto precisamente en tiempos en que
las condiciones sociales parecen arrojar a muchos a experiencias de despojo
donde la dimensión traumática de las
mismas es experimentada con mayor
brutalidad debido a la inconsistencia de las vestiduras imaginarias que
al no estar anudadas a lo simbólico, dejan al sujeto ante el puro
vacío(diferente de la experiencia de la falta).
Tiempos de crisis, de desamparo globalizado, de caídas de las identificaciones,
de los semblantes que antes otorgaban valor y cohesión personal e integración, y de una cada vez mayor recesión de los “artilugios”
que brindaban sostén social, los sujetos
se ven enfrentados y cada vez más, a situaciones
plausibles de devenir traumáticas pues remiten más cercanamente al trauma
en su estatuto originario. Situaciones
que hacen posible la puesta en acto, o la actualización repetitiva del trauma
originario, sujetos que viven situaciones que los hacen quedar a la intemperie
y a la deriva, desnudos y congelados, anonadados y fijados “en” y “a” situaciones de pánico y
angustia, desbordados, o sea, sin recursos
y sin siquiera el recurso a la palabras
frente a algo(una excitación , un goce) que los arrasa: despido laboral e
imposibilidad de conseguir un nuevo
empleo, desahucios, pérdida de todos sus
bienes, imposibilidad o dificultad extrema en cubrir las necesidades primarias,
viajes que constituyen peligros para la integridad física, ya ni hablar de la
psicológica, y que implican muchas veces la muerte real de los embarcados en
tales odiseas, migraciones obligadas que los despojan de su tierra real y
simbólica, etc.
Y contraproducentemente, ante situaciones que son vividas por el
yo como de desposesión subjetiva extremas, que le dejan como seres de despojo,
de desecho social, los sujetos también se encuentran muchas veces sin palabras
para poder hacer frente a las mismas;
despojado muchas veces también del
recurso que le permitiría estar en mejores condiciones de elaborar el trauma:
la palabra, la simbolización , la capacidad de hablar y encontrarle sentido a
lo que le sucede en relación a su historia vital, para desde allí poder
resituarse vivo, resituarse como sujeto de deseo.
En este sentido me pregunto si se podría hablar de actualización
del trauma ya que más que repetición (que supone la castración y la
simbolización en la estructura), más bien parecería tratarse de una vivencia “concreta,
bruta” del acontecimiento traumático.
Y si bien lo que es inherente al trauma es precisamente que es un agujero
ahí en acto en el origen, en el nacimiento del sujeto psíquico, para el cual no hay palabras, me hace pregunta
cómo se tramita esa pérdida del objeto
(lugar vacío) que uno mismo fue para el Otro, cuando el sujeto se enfrenta a la
repetición de lo que sería entonces lo no perdido, si es que es posible hablar
de repetición cuando no hay registro de la pérdida. Con esto intento decir, que
muchos sujetos en la actualidad no pueden hablar de su trauma , esto es de su
agujero o pérdida, ubicándose precisamente como diferente del mismo, diferenciándose
aunque sea mínimamente, fallidamente como se da en todo síntoma cuando opera la
castración : soy X que vivo esta
situación así y bla bla bla. Y lo que les sucede es que la pérdida imposible
de simbolizar recae sobre el yo psíquico
y /o corporal, ellos ocupan el lugar del agujero, del objeto caído y caen o se
dejan caer como tales (depresión, suicidio). O en otros casos, la pérdida real
como goce imposible de simbolizar, de
apalabrar aunque sea mínimamente, queda fijada a nivel del cuerpo en algún órgano en
una enfermedad de las llamadas habitualmente psicosomáticas, u otras (he visto
pacientes en que enferman por ejemplo de
cáncer en momentos que sufren
pérdidas importantes), como si la falta que no falta se intentara marcar sobre
el cuerpo. O se presenta como angustia difusa sin relación a ninguna
representación como se da a veces por ejemplo en el desborde del ataque de
pánico, o en la ansiedad experimentada también
sin que el sujeto pueda vincular la misma a alguna representación y trabajar en
una cadena significante asociativamente.
Quizás precisamente por la complejidad de la clínica actual los psicoanalistas escuchando a Lacan:
"mejor que renuncie quien no pueda unir su horizonte a la subjetividad de
la época", tengan hoy más que nunca en
diferentes partes del mundo, la necesidad y la obligación ética que como
analistas le es inherente, de abordar el trauma, de hablar del mismo, quizás en
parte debido a que ellos mismos se
encuentran muchas veces también desbordados por una clínica donde lo real hace
acto de presencia en sujetos que se presentan con vivencias de desgarro y
sufrimiento extremo que son referidos como simples signos, pues carecen de la
envoltura simbólica que permitía- y en algunos casos aún hoy más “fácilmente”
permite en las neurosis- la
construcción, de lo que llamamos un síntoma analítico. Sujetos donde el recurso a posibles vestimentas simbólicas, a la protección del lenguaje que permita apalabrar
y así elaborar el trauma está cada vez menos disponible en su psiquismos en la
actualidad porque también lo está en la cultura que los des-sujeta más bien del
lenguaje y así los des-subjetiva o los no- subjetiva.
Se trata también para el analista de saber hacer ahí, con lo que
quizás constituye un desafío a la técnica más clásica ya sea tanto la referida
a la neurosis como a la psicosis, con estos sujetos que lo enfrentan a una
clínica diferente llamada por
muchos clínica de lo real. Se trata de
poder inventar e inventarse desde otro
lugar para poder generar una demanda en el sujeto.
Para entender el trauma y la actualidad, algunos otros textos que
me parecen interesantes entre los muchísimos que circulan por internet son:
_”TRAUMA Y DESAMPARO”, Mario Pujó.
_ “EL SUJETO A LA INTEMPERIE: LA CUESTIÓN DEL DESAMPARO EN FREUD Y
LORCA”, M. Carmen Rodríguez Rendo.
_”DESNUTRICIÓN SIMBÓLICA Y DESAMPARO”, María Cristina Oleaga.