EL
CONFLICTO.
En un conflicto con otra u otras personas, estas no
solamente se van a enfrentar con el otro (nivel interpersonal del conflicto),
sino que en ellas mismas se va a producir un enfrentamiento, una confrontación
entre diferentes aspectos de su psiquismo (nivel intra-psíquico del conflicto):
diferentes necesidades, intereses,
valores, creencias, va a ser determinante también la situación física, psíquica
y social en el momento del conflicto, etc. La constatación de este enfrentamiento
de fuerzas en cada sujeto, fue lo que llevo a Freud a pensar el aparato psíquico constituido por
fuerzas, lugares y aspectos que entraban en contradicción y por tanto en
conflicto entre sí en cada sujeto psíquico (de ahí su postulación de un punto
de vista tópico, dinámico y económico para pensar el aparato psíquico a partir del conflicto.
Mientras que el punto de vista
"tópico" se encarga de determinar el lugar del acontecer
psíquico(consciente-inconsciente), el punto de vista dinámico describe las
relaciones entre los sistemas, al conflicto y al proceso transaccional mismo,
mientras el punto de vista económico los flujos y el equilibrio energético. En
los textos metapsicológicos y en particular en su ensayo Lo inconsciente, Freud insiste
en la necesidad de abordar el análisis de cada proceso, mecanismo o fenómeno
psíquico desde estos tres puntos de vista: tópico, dinámico y económico:
«Propongo que cuando consigamos describir un proceso psíquico en
sus aspectos dinámicos, tópicos y económicos, eso se llame una exposición
metapsicológica.»1
Lo tópico dice relación con los
lugares (conceptuales, metafóricos) en donde ocurren los procesos psíquicos. Se
trata de un concepto esencialmente espacial, pero que por cierto no tiene nada
que ver con localizaciones en el sistema nervioso central:
«Nuestra tópica psíquica, provisionalmente, nada tiene que ver
con la anatomía; se refiere a regiones del aparato psíquico, donde quiera que
estén situadas dentro del cuerpo, y no a localidades anatómicas.»2
Lo dinámico apunta a lo
procesual, al conflicto entre sistemas en el acaecer anímico y puntualmente a
la manera específica en que ocurren las investiduras. Siendo los fenómenos psíquicos resultantes del conflicto
de fuerzas de origen pulsional, el punto de vista dinámico apunta a la observación de los
mecanismos que regulan las formaciones transaccionales (de compromiso entre los
sistemas en conflicto).
Lo económico se refiere en
cambio al consumo, ahorro, conservación y en general al flujo de energía
libidinal, la estimación al menos relativa de «los destinos de las magnitudes
de excitación».3 La
hipótesis es que los procesos psíquicos pueden observarse en acuerdo a la
circulación y distribución de energía (pulsional) y que ésta sería
cuantificable, es decir, una energía que puede aumentar, conservarse o
disminuir, y respecto de la que se puede establecer relaciones y operaciones
(de equivalencia, de equilibrio, de compensación, suma, resta, etc.). Para
resolver cualquier conflicto el psicoanálisis coindiciendo ene sete punto con
la psicología va a con conflicto
psicoanálisis
1-
Freud,
Sigmund (1915). Lo inconsciente, (Título original: das Unbewusste) en: Obras
Completas, Vol. XIV (9ª. edición). Buenos Aires: Amorrotu, 1996.
2-
Ibídem, pág. 170.
3-
Ibídem,
pág. 178.
2) RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO Y PSICOANÁLISIS.
Para resolver cualquier conflicto el
psicoanálisis coincidiendo en este punto con la psicología, va a considerar
fundamental privilegiar antes que nada, la escucha. Ahora bien, la escucha
psicoanalítica es diferente de la escucha que puede hacer un/a psicólog /a ya
que aquel supone el inconsciente al decir del sujeto, y ello implica que el sujeto dice más de lo
que cree que dice-en lo que dice-, dice algo importante para el tema en cuestión
cuando cree estar diciendo naderías, sabe más de lo que cree y dice más de lo
que sabe. Y puede estar diciendo a nivel
consciente que quiere algo determinado, y al mismo tiempo estar diciendo o
haciendo determinadas acciones que lo
llevan en sentido contrario, y que
tienen sin embargo su razón de ser o su causa (concepto analítico) a nivel inconsciente. Intentando escuchar
todas estas contradicciones, lo que se dice a medias, lo que se dice en lo que
no se dice, lo que se dice para ocultar la verdad de la enunciación, el deseo
inconsciente en definitiva, trabajaré una situación o caso clínico. Con el
mismo, pretendo dar cuenta del tipo de lectura y lo que el
psicoanálisis puede aportar a la resolución de conflictos, dicho caso fue
el que trabajamos en la charla- taller con estos jóvenes que realizaban el
curso de Directores de tiempo libre (y otro que se les sumó de “Formadores para
el empleo”), a lo que hacía referencia en mi anterior trabajo sobre el
conflicto, y plantearé los lineamientos por dónde abordé allí con ellos el
mismo.
El caso está tomado de “CÓMO RESOLVER CONFLICTOS Herramientas para
prevenir desde las familias y las AMPAS” (CEAPA)
LA HISTORIA DE JUAN
Juan
es un alumno a punto de cumplir los diecisiete años y que cursa 3º de la ESO.
Ha repetido primero y segundo de Secundaria, y tiene grandes dificultades para
la lectura comprensiva y para las operaciones matemáticas algo complejas. Ha
pasado a tercero por imperativo legal, ya que ha agotado las dos posibles
repeticiones. Tiene suspensas de segundo casi todas las asignaturas (Lengua,
Matemáticas, Sociales, Inglés, etc.), y sólo ha aprobado Tecnología y Educación
Física.
En su casa están pasando por un mal momento. Su
madre, separada desde hace años, no recibe ayuda económica de su padre y va a
limpiar casas. No andaba muy bien de salud y la han ingresado en el
hospital para hacerle unas pruebas, ya que sospechan que padece una enfermedad
tumoral. Al no poder trabajar tampoco tienen ingresos en la casa,
dependiendo de la pensión de viudedad de la abuela que convive con ellos.
Juan
se aburre en clase y no entiende prácticamente nada de lo que le explican. A
veces pregunta algo, pero la respuesta que le suelen dar apenas le aclara nada. El profesorado le
dicen que tiene que estudiar más, que tiene que preocuparse y esforzarse más, y
que para recuperarlas asignaturas pendientes y tener una base mínima, lo más
conveniente es que vaya a una academia o a alguien que le pueda dar clases
extras.
Juan
se lleva particularmente mal con el profesor que le da Lengua. Ya se conocen de
años anteriores y nunca se han llevado bien. Considera que se sitúa siempre por
encima de sus alumnos, que continuamente presume de sus conocimientos y títulos
y que apenas se preocupa de sus alumnos de la
clase. Nunca ha aprobado la
asignatura con él y procura sentarse en sus clases en la última fila, lejos de
la vigilancia y atención del profesor. Coincide en la mesa con otro compañero, Luis,
con quien se lleva estupendamente y que también tiene una situación académica
parecida. Como se aburren en clase, apenas entienden nada y no tienen interés
en lo que se explica, se ponen a hablar, hacen bromas a otros compañeros,
interrumpen al profesor o se ponen a “jugar a los barcos”.
El
profesor de Lengua les ha expulsado de clase y siempre culpa de lo sucedido al
propio Juan. Al haber acumulado tantas expulsiones, se les ha abierto
expediente hace un mes y a Juan le han sancionado con diez días de expulsión
del centro. Al volver a clase, el profesor se ha dirigido a él comentándole que esperaba
que el castigo le hubiera servido de enseñanza y que hubiera un cambio de
comportamiento por su parte, de manera que mantuviera una actitud distinta en
el aula. También le ha pedido los deberes que le había mandado para los días de expulsión,
deberes que Juan no ha hecho. Termina recordándole la importancia del esfuerzo
y que todo depende de él; que, si quiere, puede hacer que las cosas transcurran
de manera diferente a como han ido hasta ahora.
Al
día siguiente, en clase de Lengua, el profesor empieza a explicar las oraciones
completivas de subjuntivo. Juan no entiende lo que dice, y poco a poco se
va desenganchando de la explicación. Dos veces le pregunta el profesor, las dos
veces le pilla distraído e incapaz de responder. Al rato empieza
a hablar con su compañero y a molestar al de al lado. El profesor le llama la
atención a voces, le recuerda que ya ha sido expulsado y que le va a mandar
otra vez al despacho del Jefe de Estudios, pidiendo que le expulsen un mes y
que les deje así tranquilos. Juan pierde los nervios, se dirige de malas
maneras al profesor e incluso llega a insultarlo gravemente. El profesor
reclama la presencia del Director, que acude al aula y se lleva al despacho a
Juan y a Luis.
Reunido
el Consejo escolar, a propuesta del Director aprueba sancionar a Juan con
expulsión de 29 días y solicitar a la Inspección que le cambie de centro. En su
decisión han pesado, sobre todo, los graves insultos que Juan le hizo al
profesor de Lengua.
PROPUESTA
Y SÍNTESIS DE LA DISCUSIÓN GRUPAL. APORTES PARA UNA LECTURA
PSICOANALÍTICA.
Luego de presentarles el caso
clínico a los alumnos, les propongo intercambiar en pequeños grupos sus
reflexiones acerca de la situación que presenta este caso, y luego, que contesten a varias preguntas para posteriormente realizar
una puesta en común, y desde la misma yo poder retomar algunos puntos a partir
de una escucha psicoanalítica. Las preguntas fueron: si hubo una resolución del
conflicto, si esa resolución pasó por escuchar a ambas partes del mismo en
juego, si el resultado de la supuesta resolución implicó un acuerdo que dejará
medianamente conforme a ambas partes, y cómo resolverían ellos el mismo, que
cosas tendrían en cuenta para hacerlo.
Resumiendo, el grupo coincidió en
que en este caso no había habido una resolución del conflicto que escuchara ni
dejara conforme a ambas partes de “manera justa”, y consideraron que el mismo
en vez de resolverse se negó, considerando más bien “conflictivo” solamente al
alumno a quien se lo expulsa del centro de manera autoritaria, y sin haberlo
escuchado realmente. Ellos consideraron que haberlo escuchado habría implicado
tener en cuenta su situación como estudiante, su situación familiar, haberle brindado desde el Centro, determinadas
ayudas o apoyos que por sí mismo ni él ni su familia estaban en condiciones de
darle, por ejemplo las clases de apoyo.
Retomando los aspectos que los
alumnos iban considerando intenté hacer
hincapié en la especificidad de la escucha psicoanalítica: qué aspectos se
escuchan y en cómo se realiza la misma. Así como lo hicieron también los estudiantes, el tema de la repetición es a escuchar. Ellos consideraron que era
importante prestar atención a este punto para entender cómo esa repetición de
cursos afecta lo que ellos llaman la autoestima del joven y su motivación. Efectivamente, se trata de un
joven que ha repetido primero y segundo de Secundaria y ello
afecta la imagen de sí mismo y el amor o valor a la misma (narcisismo) en su identificación como estudiante. Pero
desde el Psicoanálisis diremos que este joven no está pudiendo realizar su
deseo (deseo como concepto psicoanalítico), o también como diría Freud, encontrando una vía acorde
con la cultura para la satisfacción pulsional, pues en vez de poder sublimar
sus pulsiones en el estudio, en el aprendizaje, se aburre, no entiende nada, no
le interesa lo que le explican y se pone eventualmente a jugar con otro
compañero que está en una situación
escolar (¿será solo escolar?) similar.
Lo presentado a partir de ahora
es una elaboración posterior a ese
encuentro, en el cual simplemente me limite a esbozar y de la manera más simple
posible (ya que eran chicos ajenos a los planteamientos del psicoanálisis) algunos de los aspectos
que acá profundizo.
DESEO, PULSIÓN Y REPETICIÓN.
Desde una lectura psicoanalítica de
la situación clínica, esta repetición de curso remite a la repetición como concepto fundamental del psicoanálisis (no lo
desarrollaré acá teóricamente)
Si hay
repetición ello implica que el deseo no está pudiendo circular metonímicamente
en busca del objeto de deseo, quedando
el sujeto apresado o fijado y detenido a determinados significantes.
Ese objeto del
deseo al que el sujeto supone, de poder encontrarlo, una satisfacción definitiva y completa, no existe, está
irremediablemente perdido, pues en su lugar está la falta de objeto (objeto a
de Lacan) o el objeto causa del deseo; ese
que nos causa como sujetos. Y es precisamente esta falta estructural la que posibilita
la metonimia de la red de significantes del deseo: deseamos poder alcanzar en
ella y a partir de ella, ese objeto que
cierre nuestra herida de origen y de culminación a nuestra búsqueda.
En la repetición el sujeto repite lo igual
pero diferente, repite lo igual merced a
la pulsión de muerte en una búsqueda compulsiva(compulsión a la repetición) del
goce, de un “más allá del principio del placer”, cerrar ese circuito infernal
que dice Lacan que es la repetición, pero en la medida en que el sujeto está
dentro de lo simbólico (estructurado en función de la castración simbólica que
es el lenguaje), hay suficiente pulsión
de vida, esto es, deseo, búsqueda del placer, preservación simbólica de la falta como para contrarrestar u oponerse a ese
cierre. O sea que al mismo tiempo que se busca lo casi igual (cubrir la falta
con un objeto cuyo representante de representación se corresponda exactamente con la huella de la
primera experiencia de satisfacción, o sea un objeto que se cree que satisfará plenamente el deseo y hará desaparecer la
hiancia originaria entre sujeto y objeto),
se conserva la marca, la falta, la
diferencia simbólica, y ello hace a pulsión de vida. Producto de esa
encrucijada entre ambas es el síntoma, donde entran en conflicto el deseo y la
defensa, el goce y la lucha contra el goce.
Tenemos
entonces que Lacan vincula la repetición a la pulsión de muerte, pero la
pulsión de vida oponiéndose al cierre definitivo de su círculo, intenta preservar simbólicamente la falta, que en ciertos
momentos según las experiencias a las que se enfrente el sujeto, amenaza
faltar dejándole detenido, fijado a
determinados significantes que lo coagulan en el goce. La pulsión de vida intentando
reanimar el deseo que amenaza perderse. Pensarlo a nivel del fantasma sería cuando
el fantasma trastabilla y amenaza perderse la distancia entre el sujeto y el
objeto, porque el sujeto deviene objeto plus de goce, de $ <>a a Sa.
Digamos que Juan repite curso, tiende
determinadas dificultades de aprendizaje, etc.; si a esos problemas de conducta
se le hubieran supuesto un sentido simbólico y así se los hubiera leído, se los
estaría llevando camino del síntoma y trabajándolo por esa vía (hablando,
encontrando relaciones entre lo que le sucede y su situación familiar,
encontrando otras soluciones a la
expulsión, etc.),se podría haber preservado la brecha del deseo, impidiendo que
Juan siguiera adentrándose cada vez más en el circuito de la repetición. Pero al
ser tomadas sus dificultades como problemas de conducta que no se esfuerza suficientemente en
controlar porque sí , o porque es un caso perdido, se lo deja cerrado sobre sí mismo en un narcisismo por
fuera de la ley y la cultura(el estudio).El intento de llamado al Otro : llamar
la atención del profesor para que le sancione sí pero como sujeto de deseo, es
inoperante, ya que lo que hace quien lo
encarna es lo opuesto: expulsarlo del deseo y dejarlo merced a la repetición y a la
pulsión de muerte.
Esos
nombres del Otro simbólico, red de
significantes al que el sujeto queda fijado en la repetición(Juan el que
repite curso, Juan el que no comprende tal y cual, el que juega en clase, etc.),
por el lado de la pulsión nos ubican
ante el objeto de goce que el propio sujeto deviene en la repetición, él mismo
es tapón-objeto que obturando la falta que debería haber entre él sujeto y el Otro, impide que el deseo del sujeto del
inconsciente circule por la red
significante. A nivel de la pulsión Juan deviene objeto de goce que obtura la falta, un objeto
que repite en su no pasar…de curso (de un significante a otro significante, de
una representación a otra) su no saber,
su no comprender, “dificultades a nivel del pensamiento” y por tanto del
lenguaje que solamente podrán ser despejadas si son leídas analíticamente, permitiéndole
entonces a Juan posicionarse como
sujeto. Ello implica que en vez de ser tomadas como un simple dato descriptivo,
se las haga devenir enigma: qué repite Juan en su repetir curso, y por tanto
síntoma analítico.
Ello implica leer que el joven en su
repetir cursos repite algo del orden de
lo inconsciente no simbólico, de lo real, del toumatisme, algo que no puede ser
dicho con palabras, nombrado, simbolizado. Lo real es por estructura
inasimilable totalmente por lo simbólico, esto es que Juan aunque se
psicoanalizara buscando el sentido de su repetición, no podría nunca saber o leer todos los supuestos sentidos que
estarían en juego en su repetición hasta
agotarlos y llegar al hueso del goce o de lo real por esa vía, ya que el
sentido es metonímicamente inagotable. (Si se le podría haber propuesto hacer
algo con esas dificultades, “además de” o “en lugar de” hablarlas con el docente o el
orientador si es que lo hubiera: escribir un cuento, montar una obra de teatro,
pintar algo que le permita representar-se en las mismas, etc.) Pero aún así, si se le
hubiera dado un lugar a su palabra y a alguna
lectura simbólica tentativa de la misma (aunque no fuera desde la
posición rigurosa en relación al saber
inconsciente y al deseo, que lo haría un psicoanalista).
Juan en su repetir curso se repite a
sí mismo como repetidor, igualdad mortificante de la pulsión de muerte, que lo
deja ubicado como objeto plus de goce. Si Freud decía que en la melancolía la
sombra del objeto cae sobre el yo, acá yo diría que la sombra de la pulsión de
muerte, la repetición de la muerte o expulsión originaria del sujeto recae
sobre el sujeto mismo gozándolo y expulsándolo
como objeto. Se produce algo del orden de la
tyché encuentro imposible con el objeto
(es el encuentro con lo imposible de lo real), implica el encuentro con la
renuncia al goce, al que nos somete el hecho de hablar, esa pérdida de
vida por entrar en lo simbólico.
Quizás Juan podría haber encontrado algunos sentidos
a ese repetir le permitieran resituarse en relación a su deseo, pues siempre es
posible hacer pasar algo de ese real por lo simbólico- eso es lo que se hace en
un análisis-Pero al contrario, el abordaje que se hizo de su caso no favorece
su reubicación como sujeto de deseo, al no haber sido escuchado en absoluto, sino lo contrario, pues las medidas tomadas
hacen que quede aún más fijado al “circuito infernal de la repetición” como lo
llama Lacan en “los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis”.
Cabe preguntarse que repite cuando repite
cursos. Diremos que repite un lugar de no saber, de no poder o saber, ver,
escuchar ni aprender. ¿Qué es lo que
repite no saber, en ese repetir no saber las materias del colegio? Seguramente
algo que no pude ser dicho en relación al goce y al deseo, de su lugar en
relación al deseo y la sexualidad parental: que objeto es él para la mirada, la escucha y el deseo del Otro. En definitiva, repite no
saber ni aprender, o más bien no ser aprehendido en la castración o en la ley
del deseo.
Y ello nos lleva a considerar en nuestra
lectura su situación familiar y su situación de vida actual:
En
su casa están pasando por un mal momento. Su madre, separada desde hace años,
no recibe ayuda económica de su padre y va a limpiar casas. No andaba muy
bien de salud y la han ingresado en el hospital para hacerle unas pruebas, ya
que sospechan que padece una enfermedad tumoral. Al no poder trabajar tampoco
tienen ingresos en la c asa, dependiendo de la pensión de viudedad de la abuela
que convive con ellos.
Acá una puede dejar en suspenso, -coincidiendo
con el sujeto que está también en suspenso en relación a su deseo en estos
momentos (“tiene
suspensas de segundo casi todas las asignaturas…”)- algunas preguntas que en caso de trabajar con
el joven, el analista consideraría : cómo vive Juan la separación de sus padres,
y ello implica para el analista escuchar qué sucede con esa pérdida: ¿ha
elaborado Juan el duelo por la misma? ¿Cuál es su posición como hijo al haberse
separado sus padres? ¿El padre se separó de la madre o también de Juan y se
ausentó de su función simbólica como padre? Parecería que aún no ha podido ser
elaborada ésta pérdida dada su situación. Acaso podríamos pensar que en la repetición de
cursos repite su no poder elaborar, comprender o simbolizar la separación: ¿cuál? ¿la de sus padres?, ¿o
más bien la suya como sujeto que se ha de
separarse o auto-engendrarse como dice
Lacan?.
Tenemos a Juan traumatizado a raíz
de la separación, pero quizás no, o no
solamente, por la separación de sus
padres en sí, sino, y muy especialmente por los efectos simbólicos que sobre él como
hijo, han producido estos cambios; cambios de lugares de estos padres que
replantean e interrogan a Juan,
replantean su lugar simbólico, su lugar como
hijo en relación al deseo de su madre y a su padre. Hablar sobre ello le
permitiría darse cuenta, tomar conciencia de esos replanteamientos que están teniendo
lugar en él sin que él lo sepa, de manera inconsciente.
En ese punto, el padre parece tener dificultades para brindar “los recursos económicos” al hijo (que son
psíquicos, ya que Freud habla de economía psíquica), en un momento crucial de re-construcción
estructural identificadora como es la adolescencia, recursos simbólicos
imprescindibles para que Juan pueda crecer y posicionarse como
sujeto de deseo.
La función padre simbólica
falla, ( lo cual es siempre así, pero importa leer y escribir cómo falla
en cada caso en particular) dificultando la separación de Juan del deseo
materno. Y en ese punto de falla, Juan repite, pues no logra tramitar esa falla
de la metáfora paterna totalmente vía simbólica (nadie lo hace porque es así
por estructura), no logra simbolizar plenamente la castración. ¿Queda así Juan “atrapado” en el deseo materno entre
estas dos mujeres (madre y abuela por línea materna) a medias excluido de la
cultura y lo simbólico representado por el aprendizaje y el estudio?
Y así en
cada repetición en vez de dejar caer el objeto, y devenir él sujeto en relación
al objeto (obj a), cae él identificado
al objeto (sistemáticamente es expulsado de clase) pues la separación de
sus padres y toda separación o pérdida
actualiza la separación originaria, el troumatisme del origen. Repite el trauma
originario, cae una y otra vez como objeto fuera de lo simbólico representado
por las materias en las que falla, el profesor de lengua, el centro, etc., al
ser expulsado sistemáticamente de clase. ¿De qué clase queda Juan expulsado
además de la del colegio?
Juan expulsado de la clase simbólica no puede
realizar una lectura comprensiva (significante)
de su traumatismo o trauma y de su situación,
ni realizar una operación compleja como es la de la separación,
castración: “tiene
grandes dificultades para la lectura comprensiva y para las operaciones
matemáticas algo complejas”.
Esto
implica que no puede simbolizar la misma, ya que comprender es poder pensar y
ponerle palabras, hablar de lo que le sucede. Operar es la división subjetiva, y es cortar, cortar con su no entender
qué lugar ocupa en relación al deseo del Otro, que sucedió con su familia, con
ese padre del cual solamente sabemos que está separado a
nivel físico de la madre (¿divorciado?). ¿Habrá la madre de Juan superado,
elaborado, el duelo por esta separación del padre de Juan, o cómo él, tampoco
lo ha podido hacer? ¿Qué sucede con el padre de Juan, qué relación tiene Juan
con él, por qué no ayuda económicamente a su manutención?, ¿qué relación tiene
Juan con esta madre y con su abuela?
Juan no está pudiendo separarse, pensarse (constituirse
como sujeto de deseo) y ello hace síntoma en el aprendizaje (todas sus
dificultades con la lectura compresiva, con la lengua, con las operaciones
complejas).
Su madre parece que tampoco, pues ha
quedado atrapada en una relación con su propia madre y con Juan, no recibiendo
algo del orden de los simbólico, “una ayuda económica de parte del padre de
Juan” (¿su deseo de hombre en relación a ella como mujer y no solo como madre
de Juan?)que le permita separarse del hijo( el dinero o la palabra del padre operando como falo que circulando del padre a la madre hacia el hijo, medie simbólicamente-separe- a la madre del hijo ), pues la ayuda económica nos
remite a la economía psíquica, en el dar o no dar dinero para ayudar a mantener
un hijo se juega algo del orden del
deseo de ese padre por el hijo, y por la madre de ese hijo, y el ubicarse como padre que da algo al hijo
ayuda a este a separarse de la madre ( y posicionarse como hijo del padre,
también como varón), pues si no queda en una posición de ser solo en relación
al deseo de estas dos mujeres. ¿Don de amor, que este padre no da?
La enfermedad que se sospecha
padece la madre (enfermedad tumoral)
también nos permite suponer el impacto que ello esté teniendo en Juan y en cómo
de alguna manera también en la madre tampoco puede separarse, separase de su
esposo parece haberla dejado ubicada sin falta entre ese hijo y su propia madre, y ello no puede ser elaborado, cortado vía la palabra y se juega en el cuerpo. Si
ello implica que la madre pueda ser operada, el corte operación para ella devendría
real.
Juan atrapado en una economía
psíquica familiar que no entiende, un padre que se desentiende “económicamente”
de él, viviendo entre dos mujeres que apenas
ganas para subsistir, y una de ellas realizando un aporte que viene de
la muerte de otro sujeto (pensión de viudedad), y la otra aparentemente con una
enfermedad tumoral. Repetición y pulsión de muerte cerrando su circuito
infernal.
¿Cómo va Juan un adolescente (con lo
que implica la adolescencia a nivel de cambio, de reorganización de la
personalidad y proyección futura) a poder
digerir mentalmente todo esto, a poder pensar si no puede pensarse en lo
fundamental que es su lugar como sujeto de deseo ¿cómo no se va a aburrir (en
clase) y a no entender “prácticamente
nada de lo que le dicen?
Y encima la única recomendación del
profesorado apunta a un control consciente de su conducta que claramente no
está en condiciones de poder lograr:
“el profesorado le dicen que tiene que estudiar
más, que tiene que preocuparse y esforzarse más, y que para recuperarlas
asignaturas pendientes y tener una base mínima, lo más conveniente es que vaya
a una academia o a alguien que le pueda dar clases extras”.
¿Esforzarse? ¿Asignaturas pendientes?,
¿base mínima? Juan no pude esforzarse en el colegio porque antes y a la vez, ha de tener asegurada su base mínima como
sujeto de deseo, está en juego su propia
ex –istencia como sujeto. Atrapado en la repetición de su no existencia como
sujeto, repite su lugar de objeto. No puede “se parere” como dice Lacan: engendrarse a sí
mismo, darse a luz, parirse como sujeto
de deseo, esa es la principal asignatura
pendiente de Juan, operación compleja que una vez lograda abriría la
posibilidad a todo lo demás. Pero Juan no tiene una base mínima de apoyo simbólico:
familiar ni escolar para poder hacerlo.
Repite en su no entender las
materias de clase y especialmente Lengua, su no entender esta situación familiar en relación al deseo. ¿Con qué cuenta
realmente para construir su proyecto de futuro? No cuenta con suficientes
apoyos, hay una precariedad en la situación familiar que no solamente es
material sino afectiva o simbólica ¿y si
su madre enferma y tampoco puede ya trabajar?, ¿y si le diagnostican el tumor?,
¿y si se muere a raíz del tumor? ¿Juan
quedará solo con su abuela? ¿Qué va a ser de él? De su vida posible, de su
deseo, solo quedará una proyección si es que la hubo, truncada. No poder
cortar, elaborar la operación compleja que es la castración, la separación del
Otro materno y su goce mortífero,
implica truncarse a sí mismo.
Todas estas preguntas posiblemente
fuesen posibles de ser conscientes, de ponerse en palabras en Juan si se lo
escuchara y diera lugar a su palabra y ello lo ayudaría a moverse de ese lugar
en el que ahora está fijado: el que no entiende, no aprende, se aburre.
Y el hecho de que se lleve mal y
durante varios años especialmente con el profesor que le da Lengua permite una lectura aún más clara de lo que está
en juego. Su conflicto con la Lengua, con el lenguaje. Con su entrada y ubicación
en el mismo como sujeto de deseo. Su no entender, comprender la Lengua, su
sentirse sin poder apropiarse de la misma,
sentirse expulsado del Lenguaje,
ya que este profesor es el que lo expulsa reiteradas veces de clase, y
finalmente a instancias del director, del Instituto.
De ahí que lo que en psicoanálisis llamamos
transferencia negativa se
establezca con ese profesor, al que Juan
vive precisamente como “situándose por encima de sus alumnos que continuamente
presume de sus conocimientos y títulos y que apenas se preocupa de sus alumnos de la clase”.
Más allá de que el profesor sea o no
como lo describe Juan, lo esencial para el psicoanálisis es cómo él lo vive
y cómo ha proyectado sobre el mismo su
conflicto con la lengua, digamos que el inconsciente se vale del profesor de
Lengua para actualizar y repetir el conflicto con la lengua como representante
del lugar simbólico del padre. Lo mismo sucede con el analista, la
transferencia toma al analista en un determinado lugar para repetir un
conflicto que no puede ser hablado (por eso es repetido) y que ha de ser
elaborado en el análisis mediante la palabra (vía lo simbólico).
En esa transferencia negativa Juan
le adjudica al profesor un lugar de saber, saber de la cultura, saber de la ley
del deseo: tener los conocimientos y títulos, pero un saber del que él se
encuentra privado por aquel, pues vive al profesor como presumiendo de los
mismos y no otorgándoselo a sus alumnos:
“no se preocupa de ellos” dice Juan.
La virulencia del conflicto con este profesor
es la actualización de la virulencia del conflicto que tiene Juan con la Lengua
y con la función padre que ella encarna. ¿Qué es lo que Juan en su
repetición reclama a este Profesor-
padre que no le da, guardándoselo de manera narcisista para sí mismo? El falo diríamos, un lugar simbólico, un lugar en el lenguaje que lo ubique en la misma línea que él: “igual
que el padre debes ser, pero diferente…”, gozando en otro lugar (no con la
madre) y de otra manera propia (sinthome).
“Nunca
ha aprobado la asignatura con él y procura
sentarse en sus clases en la última fila, lejos de la vigilancia y atención del
profesor. Coincide en la mesa con otro compañero, Luis, con quien se
lleva estupendamente y que también tiene una situación académica parecida. Como
se aburren en clase, apenas entienden nada y no tienen interés en lo que se
explica, se ponen a hablar, hacen bromas a otros compañeros, interrumpen al
profesor o se ponen a “jugar a los barcos”.
El
profesor de Lengua les ha expulsado de clase y siempre culpa de lo sucedido al
propio Juan. Al haber acumulado tantas expulsiones, se les ha abierto
expediente hace un mes y a Juan le han sancionado con diez días de expulsión
del centro.
Pero aunque detrás de este odio que
se hace presente en la transferencia
negativa, está el amor y la transferencia positiva ya que él le supone al
profesor un saber que desearía que aquel
le cediera. Como él no lo hace o no sabe actuar para incluir a Juan, el responde por un lado queriendo pasar
desapercibido al sentarse en la última
fila, pero a la vez queriendo ser visto,
pues se pone a jugar con otro alumno.
Podemos pensar como este conflicto
con el profesor puede remitir a un conflicto con la función padre (no es el padre concreto) pues es esta la que
posibilita la entrada del sujeto en el lenguaje, su ubicación en el mismo como
sujeto de deseo. Un padre vivido como
guardándose para sí el saber sobre la ley del deseo que es la ley del
lenguaje, y que presume de hacerlo, un padre que expulsa al hijo, que lo deja por
fuera de la misma, ¿ y el padre de Juan, que no le pasa sustento económico a este hijo?, ¿cómo incide ello en
Juan y en su ser expulsado?
Quizás el joven con su actitud de “procurar
sentarse en sus clases en la última fila, lejos de la vigilancia y atención del
profesor”, lo que busca es precisamente lo opuesto:
llamar la atención y la mirada del
profesor, su vigilancia. Posiblemente se trate de la búsqueda de una mirada que
lo subjetive –que lo vea y le otorgue un lugar-aún a costa de ser castigado.
Juan juega a los barcos, una puede preguntarse
qué sentido tendrá para él el significante barco: por lo pronto el de alejarse
e irse, o volver y regresar (¿el fort-da
Freudiano?), ¿algo que permita intermediar, ir y venir al sujeto en relación a
su deseo?, y si una analista trabaja
con él dándole la palabra, seguramente se pueda desplegar una red
significante que posibilite darle un sentido en relación a su historia, a este
barco.
¿Qué intentará Juan dar a ver al
profesor tomado en la transferencia paterna con este juego?¿Se trata de una
acting out, transferencia salvaje que culminara en un pasaje al acto y la
expulsión definitiva del centro: “Juan pierde los nervios, se dirige de malas
maneras al profesor e incluso llega a insultarlo gravemente”.
“El
profesor siempre culpa de lo sucedido al propio Juan. Al haber
acumulado tantas expulsiones, se les ha abierto expediente hace un mes y a
Juan le han sancionado con diez días de expulsión del centro. Al volver
a clase, el profesor se ha dirigido a él comentándole que esperaba
que el castigo le hubiera servido de enseñanza y que hubiera un cambio de
comportamiento por su parte, de manera que mantuviera una actitud distinta en
el aula. ( el subrayado es mío)
No solamente se piensa y aborda el
conflicto simplificando y proyectando
toda la culpa (pues no se habla de responsabilidad, que es diferente), en el alumno como “alumno problema”, sino que
encima por haber acumulado tantas expulsiones, se le abre un expediente en el
que el sancionan con aún más expulsión. Expulsión a la n potencia, cuanto mayor negación del docente de su implicancia en
la virulencia y en la no resolución del conflicto, por la causa que sea
(comodidad, ignorancia, miedo, arrogancia, etc.), mayor proyección de la culpa
de todo en Juan, e incremento de la expulsión. Hasta se crea un expediente de
expulsión de lo simbólico y la cultura, cuando lo que un joven que más necesita
es un expediente de inclusión en el dese; se lo expide, despacha rápidamente de
su subjetividad.
El profesor además de hablar de
castigos, habla de deberes y esfuerzo,
centrando la solución en la conciencia , la racionalidad y la voluntad cuando
el todo sujeto está dividido y es incapaz de poder controlar la parte de sí que
desconoce , que es inconsciente y determina el conflicto. El profesor opera
como un Amo: desde un lugar de saber lo que es el bien del sujeto, de creer que el sujeto sabe lo que le
conviene y si quiere puede llevarlo a cabo, no pudiendo ni sabiendo leer de
otra manera obviamente porque no es un analista, pero sin tampoco considerar a
la subjetividad de Juan. Al final del trabajo veremos que implicaría considerar
la subjetividad de Juan y haberlo sabido escuchar.
Pero ahora leeremos como termina la fallida historia de deseo de Juan:
“Al
día siguiente, en clase de Lengua, el profesor empieza a explicar las oraciones
completivas de subjuntivo. Juan no entiende lo que dice, y poco a poco se
va desenganchando de la explicación. Dos veces le pregunta el profesor, las dos
veces le pilla distraído e incapaz de responder. Al rato empieza
a hablar con su compañero y a molestar al de al lado. El profesor le llama la
atención a voces, le recuerda que ya ha sido expulsado y que le va a mandar
otra vez al despacho del Jefe de Estudios, pidiendo que le expulsen un mes y
que les deje así tranquilos. Juan pierde los nervios, se dirige de malas
maneras al profesor e incluso llega a insultarlo gravemente. El profesor
reclama la presencia del Director, que acude al aula y se lleva al despacho a
Juan y a Luis”.
“Reunido
el Consejo escolar, a propuesta del Director aprueba sancionar a Juan con
expulsión de 29 días y solicitar a la Inspección que le cambie de centro. En su
decisión han pesado, sobre todo, los graves insultos que Juan le hizo al
profesor de Lengua”.
Nada más y nada menos la explicación
del subjuntivo llevan a Juan a la expulsión, definitivamente expulsado del
deseo, ¿acaso no es el deseo lo que expresan principalmente estas oraciones? Un
deseo que no circula en la palabra, del que Juan se “va desenganchando”.
En Usos del subjuntivo dice entre
otros aspectos:
deseos o esperanza- pedidos, consejos o sugerencias-emociones o
sentimientos- dudas- probable, poco probable o imposible -, etc.
Además se trata de oraciones
completivas:
Dee ellas dice el diccionario : adj. Que completa, llena o perfecciona. gram. [Oración] subordinada que funciona como complemento directo de la oración
principal, y [conjunción] que la introduce, como el resto de las subordinadas están
insertas en una oración principal y responden a la pregunta ¿qué?
Ante la pregunta del sujeto ¿qué me
quiere el Otro?, ¿Cómo completo la
falta en el Otro? En vez de recibir como respuesta el Otro me quiere sujeto de deseo, sujeto a-palabrado, esto es hablado,
escuchado, entendido y leído por el
Otro, ayudado, reconducido a la cultura, al estudio, el Otro me quiere objeto
caído, expulsado de la palabra, de la Lengua, al cultura y la sublimación.
El sujeto al no ser reconocido como
sujeto de deseo, sujeto de palabra, se torna agresivo porque es el Otro sin
saberlo quien al no reconocerlo como tal lo está agrediendo, (aunque el profesor
lo agrede también al gritarle),expulsando de la palabra, lo que se concreta en
la expulsión definitiva del mismo del centro. Lucha de egos, nivel imaginario
que deja por fuera lo simbólico.
REPETICIÓN, OBJETO PULSIONAL Y SUBLIMACIÓN.
¿Qué objeto
deviene Juan, al no poder comprender, pensar, ya que la comprensión es del
orden del lenguaje y sin lenguaje no podemos pensar? Para poder determinarlo
hemos de considerar las pulsiones y su relación con el aprendizaje y la
posibilidad o no de que las mismas sean sublimadas, ya que aprender, estudiar
es sublimar, simbolizar.
Para ello, hemos de decir antes que:
el lugar de la falta (falo) instauradora del deseo que a nivel de la pulsión el objeto
a encarna (nombra un agujero, en
realidad la falta de objeto que satisfaga plenamente el deseo), vienen
determinados objetos pulsionales con valor fálico, que en tanto semblantes del
falo, la recubren. El deseo de saber y comprender asienta fundamentalmente en dos pulsiones: la
escópica (cuyo objeto es la mirada) y la pulsión invocante (cuyo objeto es la
voz).
Ambas pulsiones no están pudiendo ser sublimadas por Juan ya que no logra
ni atender ni comprender en el colegio precisamente porque están tomadas por un
no entender o no saber algo en relación a lo sexual: cuál es su lugar en
relación al deseo del Otro: ¿qué me quiere el Otro?. Para sublimar lo pulsional
el sujeto tiene que haber podido reprimir en este caso el deseo de ver y de oír
acerca de la sexualidad de sus padres y del lugar que él tiene en dicha sexualidad
y en su deseo, y haber desplazado ese deseo de saber hacia el conocimiento y
saber escolar. La pulsión
invocante es fundamental para poder gozar del lenguaje y del pensamiento.
Ella hace posible el deseo de oír primero (los sonidos, la musicalidad del
lenguaje) y escuchar después (los sonidos con valor significante) y por tanto todo
lo vinculado a la escucha, el placer en relación a la palabra y el valor de la misma como proveniente del
Otro de la cultura que encarna un profesor, y también el placer de pensar y
comprender.
La mirada, que es fundamental en la
situación de Juan y en todo proceso de aprendizaje y enseñanza. Como el deseo
de saber está íntimamente vinculado a la pulsión de ver o escópica como le
llama Lacan, Juan para poder estudiar y
desear hacerlo, debería estar pudiendo sublimar
la pulsión escópica. Esto implica,
en primer lugar que haya habido un proceso de erotización de la mirada: antes
que nada, que él haya sido un objeto erótico, libidinal, que ocupara el lugar
del falo para la mirada maternal, y
luego a la vez, que en la mirada del niño, el centro de interés dejara de
ser la madre y su cuerpo, su sexualidad, y él como objeto sexual central de la mirada y la sexualidad de la
madre y propia, para dirigirla al padre y al mundo, a la cultura, ello es
simbolizar la castración. O sea, que él mismo cayera como objeto mirada que
centra la sexualidad materna, para
dirigirse como sujeto que mira, al mundo y a otros intereses culturales. Ello
implica que la sublimación de esa pulsión escópica es lo que hace posible que el deseo de gozar-saber primario sobre la
sexualidad, se reprima y se deslice vía representaciones, vía significantes,
metonímicamente por el saber cultural cualquiera sea,
aspirando a saber ya sea sobre algún tema en especial, alguna materia, o
saberlo todo sobre algún tema, etc.
También he de decir que las otras pulsiones (anal, oral) también tienen que haber logrado algún nivel de
sublimación para que el joven centre su
deseo de saber en el colegio, u en otros ámbitos. Lo oral implica la
incorporación y el hacer propio lo que
se va aprendiendo, comida alimento que
se incorpora o no, que se aprehende o se
rechaza dependiendo también de la carga
de amor y de odio que inter-juegan en ello. Amor para tomar ese objeto comida
intelectual y carga de destrucción para masticar
y digerir y hacer propio lo que se lee y
escucha. También la pulsión anal, en cuanto posibilita la retención de lo que
se aprende y de los conocimientos –heces valiosos y la expulsión de lo que no
es importante, secundario o presenta
menos interés, etc. (sobre este punto no me he de extender, daría para mucho
más).
UN LUGAR MÍNIMO PARA ALOJAR AL SUJETO Y SU
PALABRA.
El profesor habría escuchado
mínimamente a Juan si se hubiese interesado en él como persona, y no
simplemente como un ¿alumno?, o aún peor, un aprobado o repetidor más. También
si él el profesor y/o el director
hubieran sido y sentido como personas sensibles al otro ser humano, como
sujetos deseosos de implicarse, de dejarse afectar más por el amor que por el
odio, que les provoca ¡un adolescente!!!
, y hubieran tenido en cuenta que es un
ser único que tiene una sola vida, y además constituye el futuro de
nuestra cultura y sociedad.
Ello hubiera implicado hablar con Juan de lo que le sucedía respecto
a él, a su materia, a cómo y porque Juan lo vivía como creyéndose superior,
etc., ya que al acercarse y hablar, se
podría haber ido desmontando esa
transferencia negativa y ese lugar de saber ideal intrasmitible e inaccesible sobre la lengua, que el profesor
encarnaba. Justamente establecer con él otro vínculo, que posibilitara
quizás suplir en alguna medida la falta
de ese
padre que Juan necesitaba para poder aprehender-se a la Lengua. Hablarle hecho saber de su “empatía” (ya que
hoy se habla tanto, y se organizan
tantos cursos de habilidades
sociales que luego nunca se ponen en práctica), sobre la situación difícil que
Juan estaba pasando en su familia, sobre su padre y la enfermedad de su madre, haciéndole saber que él puede entender que
para él (Juan) sea difícil estudiar y querer aprender en una situación así pero
que podrían intentar colaborar para mejorar la situación.
Poner palabras, enunciar lo que se da por
hecho que el chico ha de saber, pero que solo adquiere valor de enunciación si
es dicho: que él en su lugar de profesor (padre con autoridad) debe poder dar
la clase y ser escuchado porque ese es su deber, que los demás alumnos tienen
derecho a poder escuchar y si él se comporta de esa manera genera un perjuicio
para todos. Buscar alguna estrategia para ayudar efectivamente a Juan a que
mejore su aprendizaje de la materia. Hablar, hablar y hablar.
Eso hubiera implicado escucharlo
como sujeto, como persona y no solo como un objeto estudiante problema que no
rinde y molesta porque sí, por lo cual parece merecer ser expulsado del sistema.
Se podrá decir que esas no son
funciones docentes. Sí pero se supone que en los centros hay equipos
psicopedagógicos, ¿no intervienen ante estas situaciones? ,¿o el problema
es la manera en que lo hacen?
Más allá de ello, si cada uno de
nosotros en las tareas y lugares donde nos desempeñamos en determinados roles,
tendemos cada vez más a borrarnos, ausentarnos o vestirnos de indiferencia
hacia el otro, prefiriendo por comodidad, egoísmo, miedo, etc. despersonalizar
al ser humano que tenemos delante, tenemos el futuro como especie simbólica,
cultural que hemos sido hasta ahora,
complicado o abortado, pues cada vez
seremos menos seres humanos.
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