sábado, 12 de julio de 2014

Hoy ellas dicen de mí, hoy ellas dicen por mí, en su poesía.

¿Dónde están las mujeres de la Beat Generation?
(circulodepoesia.com)

José Vicente Anaya

 

 


DIANE DI PRIMA:
  
Si me vengo…
Si me vengo a vivir contigo,
¿me prometerías
un pedazo de carne los domingos,
una hojita de azucena
para olerla en la almohada,
un queso en el refrigerador,
un beso de lengua
entre las pesadillas?
Si no es así,
no me vengo contigo.


Tu lengua…
Tu lengua
es una
exploradora
que rompe
las prisiones
de mi cabeza.



El día que te besé…
El día que te besé, la última cucaracha
se murió. Las Naciones Unidas
abolieron todas las cárceles. El papa
admitió a Jean Genet como miembro
del Colegio de Cardenales. La
Fundación Ford, con gasto enorme,
reconstruyó la ciudad de Atenas.
El día que hicimos el amor, el dios pan
volvió a la Tierra, Eisenhower dejó
de jugar al golf. Los supermercados
vendieron mariguana. Y Apolo leyó
poemas en el parque Union Square.

El día que retozaste en mi cuerpo
las bombas se disolvieron.



No, chavalo…
No chavalo,
nunca nadaremos
tú y yo al unísono;
pero nuestro sonido
sincopado será salvaje.




ELISE COWEN:

Sentada
Sentada contigo en la cocina
conversamos de todo
y te amo bebiendo té.
“Eso” es la palabra perfecta,
regia y hermosa. ¡Oh,
cuánto deseo, aquí mismo, tu cuerpo,
con o sin poemas lengüetados!


Quién me dará…
¿Quién me dará la
nalgada cuando
vuelva a nacer?

¿Quién cerrará mis
ojos cuando
a la hora de mi muerte
me vea?



MARGE PIERCY:
Trato de llamar tu atención
sin ser muy obvia
Yo: Acomodo mi cuerpo
frente a ti como un platón
lleno de manzanas o como
un racimo de uvas.
Yo: Dondequiera que esté
estoy adentro esperando.
Soy la fiera oquedad.
Soy el deseo de lo que
adentro de mí crece.


DENISE LEVERTOV:

Intromisión
Después de cortarme las manos
me crecieron las nuevas y

algo que mis manos habían deseado
llegó y pidió que lo meciera

Después de sacarme los ojos se
secaron, y me brotaron los nuevos

y algo que mis ojos habían llorado
llegó pidiendo que los suavizara.

viernes, 11 de julio de 2014

¿SOñNANDO CON DREXLER? Por Anabella Rodríguez.



Para mi hermana y mi ahijado Luciano.

Luego de un largo silencio
plagado de desconcierto
al fin ha dicho mi hermana
tu ahijado estudiará 
Medicina
¡y ahí me clavó la espina!
¡Uhy!, ¡qué poco rima!.

Siguiendo con la no rima
le respondí repentina
soñando…
con Jorge Drexler
para así decir la sorpresa
que tal elección me hacía
pues cual Drexler no sabía
que del médico al poeta
otra canción lo traería
y hacería
¡as sería!

Cada cual habita, padece y goza
la lengua
como puede
y yo no soy quien
para suponer que mi ahijado
iba para poeta
si la medicina
es lo que hace de su ser la letra
¡y qué vaya jugarreta!

Cada loco con su letra,
y aunque no suene esteta
para quien tanto se ha extrañado
que un otorrinolaringólogo
termine siendo poeta
le diré que en su caso
en la voz se ausculta
se oculta
la buena letra
que une al médico , al músico y al poeta.

sábado, 5 de julio de 2014

RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS DESDE EL PSICOANÁLISIS. Segunda parte. UNA SITUACIÓN CLÍNICA: “Caso Juan: de la suspensión del sujeto a su exclusión de la ley del deseo”.


        EL CONFLICTO.

En un  conflicto con otra u otras personas, estas no solamente se van a enfrentar con el otro (nivel interpersonal del conflicto), sino que en ellas mismas se va a producir un enfrentamiento, una confrontación entre diferentes aspectos de su psiquismo (nivel intra-psíquico del conflicto): diferentes  necesidades, intereses, valores, creencias, va a ser determinante también la situación física, psíquica y social en el momento del conflicto, etc. La constatación de este enfrentamiento de fuerzas en cada sujeto, fue lo que llevo a Freud a  pensar el aparato psíquico constituido por fuerzas, lugares y aspectos que entraban en contradicción y por tanto en conflicto entre sí en cada sujeto psíquico (de ahí su postulación de un punto de vista tópico, dinámico y económico para pensar el aparato psíquico  a partir del conflicto.
Mientras que el punto de vista "tópico" se encarga de determinar el lugar del acontecer psíquico(consciente-inconsciente), el punto de vista dinámico describe las relaciones entre los sistemas, al conflicto y al proceso transaccional mismo, mientras el punto de vista económico los flujos y el equilibrio energético. En los textos metapsicológicos y en particular en su ensayo Lo inconsciente, Freud insiste en la necesidad de abordar el análisis de cada proceso, mecanismo o fenómeno psíquico desde estos tres puntos de vista: tópico, dinámico y económico:
«Propongo que cuando consigamos describir un proceso psíquico en sus aspectos dinámicos, tópicos y económicos, eso se llame una exposición metapsicológica.»1
Lo tópico dice relación con los lugares (conceptuales, metafóricos) en donde ocurren los procesos psíquicos. Se trata de un concepto esencialmente espacial, pero que por cierto no tiene nada que ver con localizaciones en el sistema nervioso central:
«Nuestra tópica psíquica, provisionalmente, nada tiene que ver con la anatomía; se refiere a regiones del aparato psíquico, donde quiera que estén situadas dentro del cuerpo, y no a localidades anatómicas.»2
Lo dinámico apunta a lo procesual, al conflicto entre sistemas en el acaecer anímico y puntualmente a la manera específica en que ocurren las investiduras. Siendo los fenómenos psíquicos resultantes del conflicto de fuerzas de origen pulsional, el punto de vista dinámico apunta a la observación de los mecanismos que regulan las formaciones transaccionales (de compromiso entre los sistemas en conflicto).
Lo económico se refiere en cambio al consumo, ahorro, conservación y en general al flujo de energía libidinal, la estimación al menos relativa de «los destinos de las magnitudes de excitación».3  La hipótesis es que los procesos psíquicos pueden observarse en acuerdo a la circulación y distribución de energía (pulsional) y que ésta sería cuantificable, es decir, una energía que puede aumentar, conservarse o disminuir, y respecto de la que se puede establecer relaciones y operaciones (de equivalencia, de equilibrio, de compensación, suma, resta, etc.). Para resolver cualquier conflicto el psicoanálisis coindiciendo ene sete punto con la psicología va a con conflicto  psicoanálisis
1-     Freud, Sigmund (1915). Lo inconsciente, (Título original: das Unbewusste) en: Obras Completas, Vol. XIV (9ª. edición). Buenos Aires: Amorrotu, 1996.                                          
2-     Ibídem, pág. 170.
3-     Ibídem, pág. 178.

2)   RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO Y PSICOANÁLISIS.
Para resolver cualquier conflicto el psicoanálisis coincidiendo en este punto con la psicología, va a considerar fundamental privilegiar antes que nada, la escucha. Ahora bien, la escucha psicoanalítica es diferente de la escucha que puede hacer un/a psicólog /a ya que aquel supone el inconsciente al decir del sujeto,  y ello implica que el sujeto dice más de lo que cree que dice-en lo que dice-, dice algo importante para el tema en cuestión cuando cree estar diciendo naderías, sabe más de lo que cree y dice más de lo que sabe. Y puede estar diciendo  a nivel consciente que quiere algo determinado, y al mismo tiempo estar diciendo o haciendo  determinadas acciones que lo llevan en sentido contrario,  y que tienen sin embargo su razón de ser o su causa (concepto analítico)  a nivel inconsciente. Intentando escuchar todas estas contradicciones, lo que se dice a medias, lo que se dice en lo que no se dice, lo que se dice para ocultar la verdad de la enunciación, el deseo inconsciente en definitiva, trabajaré una situación o caso clínico. Con el mismo, pretendo  dar cuenta del tipo de lectura y lo que el psicoanálisis puede aportar a la resolución de conflictos, dicho caso fue el que trabajamos en la charla- taller con estos jóvenes que realizaban el curso de Directores de tiempo libre (y otro que se les sumó de “Formadores para el empleo”), a lo que hacía referencia en mi anterior trabajo sobre el conflicto, y plantearé los lineamientos por dónde abordé allí con ellos el mismo.
El caso está tomado de “CÓMO RESOLVER CONFLICTOS Herramientas para prevenir desde las familias y las AMPAS” (CEAPA)

LA HISTORIA DE JUAN

Juan es un alumno a punto de cumplir los diecisiete años y que cursa 3º de la ESO. Ha repetido primero y segundo de Secundaria, y tiene grandes dificultades para la lectura comprensiva y para las operaciones matemáticas algo complejas. Ha pasado a tercero por imperativo legal, ya que ha agotado las dos posibles repeticiones. Tiene suspensas de segundo casi todas las asignaturas (Lengua, Matemáticas, Sociales, Inglés, etc.), y sólo ha aprobado Tecnología y Educación Física.   
                                                                                                            
 En su casa están pasando por un mal momento. Su madre, separada desde hace años, no recibe ayuda económica de su padre y va a limpiar casas. No andaba muy bien de salud y la han ingresado en el hospital para hacerle unas pruebas, ya que sospechan que padece una enfermedad tumoral. Al no poder trabajar tampoco tienen ingresos en la casa, dependiendo de la pensión de viudedad de la abuela que convive con ellos.

Juan se aburre en clase y no entiende prácticamente nada de lo que le explican. A veces pregunta algo, pero la respuesta que le suelen dar  apenas le aclara nada. El profesorado le dicen que tiene que estudiar más, que tiene que preocuparse y esforzarse más, y que para recuperarlas asignaturas pendientes y tener una base mínima, lo más conveniente es que vaya a una academia o a alguien que le pueda dar clases extras.

Juan se lleva particularmente mal con el profesor que le da Lengua. Ya se conocen de años anteriores y nunca se han llevado bien. Considera que se sitúa siempre por encima de sus alumnos, que continuamente presume de sus conocimientos y títulos y que apenas se preocupa de sus alumnos  de la clase. Nunca ha  aprobado la asignatura con él y procura sentarse en sus clases en la última fila, lejos de la vigilancia y atención del profesor. Coincide en la mesa con otro compañero, Luis, con quien se lleva estupendamente y que también tiene una situación académica parecida. Como se aburren en clase, apenas entienden nada y no tienen interés en lo que se explica, se ponen a hablar, hacen bromas a otros compañeros, interrumpen al profesor o se ponen a “jugar a los barcos”.

El profesor de Lengua les ha expulsado de clase y siempre culpa de lo sucedido al propio Juan. Al haber acumulado tantas expulsiones, se les ha abierto expediente hace un mes y a Juan le han sancionado con diez días de expulsión del centro. Al volver a clase, el profesor se ha dirigido a él comentándole que esperaba que el castigo le hubiera servido de enseñanza y que hubiera un cambio de comportamiento por su parte, de manera que mantuviera una actitud distinta en el aula. También le ha pedido los deberes que le había mandado para los días de expulsión, deberes que Juan no ha hecho. Termina recordándole la importancia del esfuerzo y que todo depende de él; que, si quiere, puede hacer que las cosas transcurran de manera diferente a como han ido hasta ahora.

Al día siguiente, en clase de Lengua, el profesor empieza a explicar las oraciones completivas de subjuntivo. Juan no entiende lo que dice, y poco a poco se va desenganchando de la explicación. Dos veces le pregunta el profesor, las dos veces le pilla distraído e incapaz de responder. Al rato empieza a hablar con su compañero y a molestar al de al lado. El profesor le llama la atención a voces, le recuerda que ya ha sido expulsado y que le va a mandar otra vez al despacho del Jefe de Estudios, pidiendo que le expulsen un mes y que les deje así tranquilos. Juan pierde los nervios, se dirige de malas maneras al profesor e incluso llega a insultarlo gravemente. El profesor reclama la presencia del Director, que acude al aula y se lleva al despacho a Juan y a Luis.

Reunido el Consejo escolar, a propuesta del Director aprueba sancionar a Juan con expulsión de 29 días y solicitar a la Inspección que le cambie de centro. En su decisión han pesado, sobre todo, los graves insultos que Juan le hizo al profesor de Lengua.


PROPUESTA  Y SÍNTESIS DE LA DISCUSIÓN GRUPAL. APORTES PARA UNA LECTURA PSICOANALÍTICA.

Luego de presentarles el caso clínico a los alumnos, les propongo intercambiar en pequeños grupos sus reflexiones acerca de la situación que presenta este caso,  y luego, que contesten a  varias preguntas para posteriormente realizar una puesta en común, y desde la misma yo poder retomar algunos puntos a partir de una escucha psicoanalítica. Las preguntas fueron: si hubo una resolución del conflicto, si esa resolución pasó por escuchar a ambas partes del mismo en juego, si el resultado de la supuesta resolución implicó un acuerdo que dejará medianamente conforme a ambas partes, y cómo resolverían ellos el mismo, que cosas tendrían en cuenta para hacerlo.

Resumiendo, el grupo coincidió en que en este caso no había habido una resolución del conflicto que escuchara ni dejara conforme a ambas partes de “manera justa”, y consideraron que el mismo en vez de resolverse se negó, considerando más bien “conflictivo” solamente al alumno a quien se lo expulsa del centro de manera autoritaria, y sin haberlo escuchado realmente. Ellos consideraron que haberlo escuchado habría implicado tener en cuenta su situación como estudiante, su situación familiar,  haberle brindado desde el Centro, determinadas ayudas o apoyos que por sí mismo ni él ni su familia estaban en condiciones de darle, por ejemplo las clases de apoyo.

Retomando los aspectos que los alumnos iban considerando  intenté hacer hincapié en la especificidad de la escucha psicoanalítica: qué aspectos se escuchan y en cómo se realiza la misma.  Así como lo hicieron  también los  estudiantes,  el tema de la repetición  es a escuchar. Ellos consideraron que era importante prestar atención a este punto para entender cómo esa repetición de cursos afecta lo que ellos llaman la autoestima del joven y su  motivación. Efectivamente, se trata de un joven que ha repetido primero y segundo de Secundaria  y  ello afecta la imagen de sí mismo y el amor o valor a la misma (narcisismo)  en su identificación como estudiante. Pero desde el Psicoanálisis diremos que este joven no está pudiendo realizar su deseo (deseo como concepto psicoanalítico), o también  como diría Freud, encontrando una vía acorde con la cultura para la satisfacción pulsional, pues en vez de poder sublimar sus pulsiones en el estudio, en el aprendizaje, se aburre, no entiende nada, no le interesa lo que le explican y se pone eventualmente a jugar con otro compañero que está en una situación  escolar (¿será solo escolar?) similar.

Lo presentado a partir de ahora es  una elaboración posterior a ese encuentro, en el cual simplemente me limite a esbozar y de la manera más simple posible (ya que eran chicos ajenos a los planteamientos  del psicoanálisis) algunos de los aspectos que acá profundizo.


DESEO, PULSIÓN Y REPETICIÓN.

Desde una lectura psicoanalítica de la situación clínica, esta repetición de curso remite a la repetición como concepto fundamental del psicoanálisis (no lo desarrollaré acá teóricamente)
Si hay repetición ello implica que el deseo no está pudiendo circular metonímicamente en busca  del objeto de deseo, quedando el sujeto apresado o fijado y detenido a determinados significantes.
Ese objeto del deseo al que el sujeto supone, de poder encontrarlo, una satisfacción  definitiva y completa, no existe, está irremediablemente perdido, pues en su lugar está la falta de objeto (objeto a de Lacan) o el  objeto causa del deseo; ese que  nos causa como sujetos. Y es  precisamente esta falta estructural la que posibilita la metonimia de la red de significantes del deseo: deseamos poder alcanzar en ella y a partir de ella, ese objeto   que cierre nuestra herida de origen y de culminación a nuestra búsqueda.

 En la repetición el sujeto repite lo igual pero diferente, repite  lo igual merced a la pulsión de muerte en una búsqueda compulsiva(compulsión a la repetición) del goce, de un “más allá del principio del placer”, cerrar ese circuito infernal que dice Lacan que es la repetición, pero en la medida en que el sujeto está dentro de lo simbólico (estructurado en función de la castración simbólica que es el lenguaje),  hay suficiente pulsión de vida, esto es, deseo, búsqueda del placer,  preservación simbólica de la falta  como para contrarrestar u oponerse a ese cierre. O sea que al mismo tiempo que se busca lo casi igual (cubrir la falta con un objeto cuyo representante de representación  se corresponda exactamente con la huella de la primera experiencia de satisfacción, o sea un objeto que se cree que  satisfará  plenamente el deseo y hará desaparecer la hiancia originaria  entre sujeto y objeto), se conserva la marca, la falta,  la diferencia simbólica, y ello hace a pulsión de vida. Producto de esa encrucijada entre ambas es el síntoma, donde entran en conflicto el deseo y la defensa, el goce y la lucha contra el goce.

Tenemos entonces que  Lacan vincula  la repetición a la pulsión de muerte, pero la pulsión de vida oponiéndose al cierre definitivo de su círculo, intenta  preservar  simbólicamente la falta, que en ciertos momentos según las experiencias a las que se enfrente el sujeto, amenaza faltar  dejándole detenido, fijado a determinados significantes que lo coagulan en el goce. La   pulsión de vida   intentando reanimar el deseo que amenaza perderse. Pensarlo a nivel del fantasma sería cuando el fantasma trastabilla y amenaza perderse la distancia entre el sujeto y el objeto, porque el sujeto deviene objeto plus de goce, de $ <>a  a   Sa.

 Digamos que Juan repite curso, tiende determinadas dificultades de aprendizaje, etc.; si a esos problemas de conducta se le hubieran supuesto un sentido simbólico y así se los hubiera leído, se los estaría llevando camino del síntoma y trabajándolo por esa vía (hablando, encontrando relaciones entre lo que le sucede y su situación familiar, encontrando otras soluciones  a la expulsión, etc.),se podría haber preservado la brecha del deseo, impidiendo que Juan siguiera adentrándose cada vez más en el circuito de la repetición. Pero al ser tomadas sus dificultades como problemas de conducta  que no se esfuerza suficientemente en controlar porque sí , o porque es un caso perdido, se lo deja  cerrado sobre sí mismo en un narcisismo por fuera de la ley y la cultura(el estudio).El intento de llamado al Otro : llamar la atención del profesor para que le sancione sí pero como sujeto de deseo, es inoperante, ya que  lo que hace quien lo encarna es lo opuesto: expulsarlo del deseo  y dejarlo merced a la repetición y a la pulsión de muerte.

 Esos  nombres del Otro simbólico, red de  significantes al que el sujeto queda fijado en la repetición(Juan el que repite curso, Juan el que no comprende tal y cual, el que juega en clase, etc.),  por el lado de la pulsión nos ubican ante el objeto de goce que el propio sujeto deviene en la repetición, él mismo es tapón-objeto que obturando la falta que debería haber entre él sujeto  y el Otro,  impide que el deseo del sujeto del inconsciente  circule por la red significante. A nivel de la pulsión Juan deviene  objeto de goce que obtura la falta, un objeto que repite en su no pasar…de curso (de un significante a otro significante, de una  representación a otra) su no saber, su no comprender, “dificultades a nivel del pensamiento” y por tanto del lenguaje que solamente podrán ser despejadas si son leídas analíticamente, permitiéndole entonces  a Juan posicionarse como sujeto. Ello implica que en vez de ser tomadas como un simple dato descriptivo, se las haga devenir enigma: qué repite Juan en su repetir curso, y por tanto síntoma analítico.

Ello implica leer que el joven en su repetir cursos  repite algo del orden de lo inconsciente no simbólico, de lo real, del toumatisme, algo que no puede ser dicho con palabras, nombrado, simbolizado. Lo real es por estructura inasimilable totalmente por lo simbólico, esto es que Juan aunque se psicoanalizara buscando el sentido de su repetición, no podría nunca  saber o leer todos los supuestos sentidos que estarían  en juego en su repetición hasta agotarlos y llegar al hueso del goce o de lo real por esa vía, ya que el sentido es metonímicamente inagotable. (Si se le podría haber propuesto hacer algo con esas dificultades,  “además de”  o “en lugar de” hablarlas con el docente o el orientador si es que lo hubiera: escribir un cuento, montar una obra de teatro, pintar algo que le permita representar-se en  las mismas, etc.) Pero aún así, si se le hubiera dado un lugar a su palabra y a alguna  lectura simbólica tentativa de la misma (aunque no fuera desde la posición rigurosa  en relación al saber inconsciente y al deseo, que lo haría un psicoanalista).
Juan en su repetir curso se repite a sí mismo como repetidor, igualdad mortificante de la pulsión de muerte, que lo deja ubicado como objeto plus de goce. Si Freud decía que en la melancolía la sombra del objeto cae sobre el yo, acá yo diría que la sombra de la pulsión de muerte, la repetición de la muerte o expulsión originaria del sujeto recae sobre el sujeto mismo gozándolo y  expulsándolo como objeto. Se produce algo del orden de la tyché  encuentro imposible con el objeto (es el encuentro con lo imposible de lo real), implica el encuentro con la renuncia al goce, al que nos somete el hecho de hablar, esa pérdida  de vida por entrar en lo simbólico.

Quizás  Juan podría haber encontrado algunos sentidos a ese repetir le permitieran resituarse en relación a su deseo, pues siempre es posible hacer pasar algo de ese real por lo simbólico- eso es lo que se hace en un análisis-Pero al contrario, el abordaje que se hizo de su caso no favorece su reubicación como sujeto de deseo, al no haber sido escuchado en absoluto,  sino lo contrario, pues las medidas tomadas hacen que quede aún más fijado al “circuito infernal de la repetición” como lo llama Lacan en “los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis”.

 Cabe preguntarse que repite cuando repite cursos. Diremos que repite un lugar de no saber, de no poder o saber, ver, escuchar ni aprender.  ¿Qué es lo que repite no saber, en ese repetir no saber las materias del colegio? Seguramente algo que no pude ser dicho en relación al goce y al deseo, de su lugar en relación al deseo y la sexualidad parental: que objeto es él para la mirada,  la escucha  y el deseo del Otro. En definitiva, repite no saber ni aprender, o más bien no ser aprehendido en la castración o en la ley del deseo.

 Y ello nos lleva a considerar en nuestra lectura su situación familiar y su situación de vida actual:

En su casa están pasando por un mal momento. Su madre, separada desde hace años, no recibe ayuda económica de su padre y va a limpiar casas. No andaba muy bien de salud y la han ingresado en el hospital para hacerle unas pruebas, ya que sospechan que padece una enfermedad tumoral. Al no poder trabajar tampoco tienen ingresos en la c asa, dependiendo de la pensión de viudedad de la abuela que convive con ellos.

Acá una puede dejar en suspenso, -coincidiendo con el sujeto que está también en suspenso en relación a su deseo en estos momentos (“tiene suspensas de segundo casi todas las asignaturas…”)- algunas preguntas que en caso de trabajar con el joven, el analista consideraría : cómo vive Juan la separación de sus padres, y ello implica para el analista escuchar qué sucede con esa pérdida: ¿ha elaborado Juan el duelo por la misma? ¿Cuál es su posición como hijo al haberse separado sus padres? ¿El padre se separó de la madre o también de Juan y se ausentó de su función simbólica como padre? Parecería que aún no ha podido ser elaborada ésta pérdida dada su situación. Acaso  podríamos pensar que en la repetición de cursos repite su no poder elaborar, comprender o simbolizar  la separación: ¿cuál? ¿la de sus padres?, ¿o más bien  la suya como sujeto que se ha de separarse o auto-engendrarse  como dice Lacan?.

Tenemos a Juan traumatizado a raíz de la separación, pero quizás no, o  no solamente,  por la separación de sus padres en sí, sino, y muy especialmente  por los efectos simbólicos que sobre él como hijo, han producido estos cambios; cambios de lugares de estos padres que replantean  e interrogan a Juan, replantean su lugar simbólico,  su lugar como hijo en relación al deseo de su madre y a su padre. Hablar sobre ello le permitiría darse cuenta, tomar conciencia de esos replanteamientos que están teniendo lugar en él sin que él lo sepa, de manera inconsciente.

En ese punto, el padre  parece tener dificultades  para brindar “los  recursos económicos” al hijo (que son psíquicos, ya que Freud habla de economía psíquica), en un momento crucial de re-construcción estructural identificadora como es la adolescencia, recursos simbólicos imprescindibles   para que Juan pueda crecer y posicionarse como sujeto de deseo.

 La función padre simbólica  falla, ( lo cual es siempre así, pero importa leer y escribir cómo falla en cada caso en particular) dificultando la separación de Juan del deseo materno. Y en ese punto de falla, Juan repite, pues no logra tramitar esa falla de la metáfora paterna totalmente vía simbólica (nadie lo hace porque es así por estructura), no logra simbolizar plenamente la castración. ¿Queda así  Juan “atrapado” en el deseo materno entre estas dos mujeres (madre y abuela por línea materna) a medias excluido de la cultura y lo simbólico representado por el aprendizaje y el estudio? 

Y así en cada repetición en vez de dejar caer el objeto, y devenir él sujeto en relación al objeto (obj a), cae él identificado  al objeto (sistemáticamente es expulsado de clase) pues la separación de sus padres y toda separación  o pérdida actualiza la separación originaria, el troumatisme del origen. Repite el trauma originario, cae una y otra vez como objeto fuera de lo simbólico representado por las materias en las que falla, el profesor de lengua, el centro, etc., al ser expulsado sistemáticamente de clase. ¿De qué clase queda Juan expulsado además de la del colegio?


 Juan expulsado de la clase simbólica no puede realizar una lectura comprensiva (significante) de su traumatismo o trauma y de su situación,  ni realizar una operación compleja como es la de la separación, castración: “tiene grandes dificultades para la lectura comprensiva y para las operaciones matemáticas algo complejas”. 

Esto implica que no puede simbolizar la misma, ya que comprender es poder pensar y ponerle palabras, hablar de lo que le sucede. Operar es la división subjetiva, y es cortar, cortar con su no entender qué lugar ocupa en relación al deseo del Otro, que sucedió con su familia, con ese  padre  del cual solamente sabemos que está separado a nivel físico de la madre (¿divorciado?). ¿Habrá la madre de Juan superado, elaborado, el duelo por esta separación del padre de Juan, o cómo él, tampoco lo ha podido hacer? ¿Qué sucede con el padre de Juan, qué relación tiene Juan con él, por qué no ayuda económicamente a su manutención?, ¿qué relación tiene Juan con esta madre y con su abuela?

 Juan no está pudiendo separarse, pensarse (constituirse como sujeto de deseo) y ello hace síntoma en el aprendizaje (todas sus dificultades con la lectura compresiva, con la lengua, con las operaciones complejas).

Su madre parece que tampoco, pues ha quedado atrapada en una relación con su propia madre y con Juan, no recibiendo algo del orden de los simbólico, “una ayuda económica de parte del padre de Juan” (¿su deseo de hombre en relación a ella como mujer y no solo como madre de Juan?)que le permita separarse del hijo( el dinero o la palabra del padre  operando como falo que circulando del   padre a la  madre hacia el hijo,  medie simbólicamente-separe- a la  madre del hijo ), pues la ayuda económica nos remite a la economía psíquica, en el dar o no dar dinero para ayudar a mantener un hijo  se juega algo del orden del deseo de ese padre por el hijo, y por la madre de ese hijo, y  el ubicarse como padre que da algo al hijo ayuda a este a separarse de la madre ( y posicionarse como hijo del padre, también como varón), pues si no queda en una posición de ser solo en relación al deseo de estas dos mujeres. ¿Don de amor, que este padre no da?   

La enfermedad que se sospecha padece  la madre (enfermedad tumoral) también nos permite suponer el impacto que ello esté teniendo en Juan y en cómo de alguna manera también en la madre tampoco puede separarse, separase de su esposo parece haberla dejado ubicada sin falta entre ese hijo y su propia madre,  y ello  no puede ser elaborado, cortado  vía la palabra y se juega en el cuerpo. Si ello implica que la madre pueda ser operada, el corte operación para ella devendría real.

Juan atrapado en una economía psíquica familiar que no entiende, un padre que se desentiende “económicamente” de él, viviendo entre dos mujeres que apenas  ganas para subsistir, y una de ellas realizando un aporte que viene de la muerte de otro sujeto (pensión de viudedad), y la otra aparentemente con una enfermedad tumoral. Repetición y pulsión de muerte cerrando su circuito infernal.

¿Cómo va Juan un adolescente (con lo que implica la adolescencia a nivel de cambio, de reorganización de la personalidad y proyección futura) a poder  digerir mentalmente todo esto, a poder pensar si no puede pensarse en lo fundamental que es su lugar como sujeto de deseo ¿cómo no se va a aburrir (en clase) y a no entender “prácticamente nada de lo que le dicen?
Y encima la única recomendación del profesorado apunta a un control consciente de su conducta que claramente no está en condiciones de poder lograr:

 “el profesorado le dicen que tiene que estudiar más, que tiene que preocuparse y esforzarse más, y que para recuperarlas asignaturas pendientes y tener una base mínima, lo más conveniente es que vaya a una academia o a alguien que le pueda dar clases extras”.

¿Esforzarse? ¿Asignaturas pendientes?, ¿base mínima? Juan no pude esforzarse en el colegio porque antes y a la vez,  ha de tener asegurada su base mínima como sujeto de deseo, está en juego  su propia ex –istencia como sujeto. Atrapado en la repetición de su no existencia como sujeto, repite su lugar de objeto. No puede  “se parere” como dice Lacan: engendrarse a sí mismo, darse  a luz, parirse como sujeto de deseo, esa es  la principal asignatura pendiente de Juan, operación compleja que una vez lograda abriría la posibilidad a todo lo demás. Pero Juan  no tiene una base mínima de apoyo simbólico: familiar ni escolar para poder hacerlo.

Repite en su no entender las materias de clase y especialmente Lengua, su no entender esta situación  familiar en relación al deseo. ¿Con qué cuenta realmente para construir su proyecto de futuro? No cuenta con suficientes apoyos, hay una precariedad en la situación familiar que no solamente es material sino afectiva o simbólica  ¿y si su madre enferma y tampoco puede ya trabajar?, ¿y si le diagnostican el tumor?, ¿y si se muere a raíz del tumor?  ¿Juan quedará solo con su abuela? ¿Qué va a ser de él? De su vida posible, de su deseo, solo quedará una proyección si es que la hubo, truncada. No poder cortar, elaborar la operación compleja que es la castración, la separación del Otro materno y su goce mortífero,  implica truncarse a sí mismo.
Todas estas preguntas posiblemente fuesen posibles de ser conscientes, de ponerse en palabras en Juan si se lo escuchara y diera lugar a su palabra y ello lo ayudaría a moverse de ese lugar en el que ahora está fijado: el que no entiende, no aprende, se aburre.
 
Y el hecho de que se lleve mal y durante varios años especialmente con el profesor que le da Lengua permite una lectura aún más clara de lo que está en juego. Su conflicto con la Lengua, con el lenguaje. Con su entrada y ubicación en el mismo como sujeto de deseo. Su no entender, comprender la Lengua, su sentirse sin poder apropiarse de la misma,  sentirse  expulsado del Lenguaje, ya que este profesor es el que lo expulsa reiteradas veces de clase, y finalmente a instancias del director, del Instituto.

 De ahí que lo que en psicoanálisis llamamos transferencia negativa  se establezca  con ese profesor, al que Juan vive precisamente como “situándose por encima de sus alumnos que continuamente presume de sus conocimientos y títulos y que apenas se preocupa de sus alumnos  de la clase”.  Más allá de que el profesor sea o no como lo describe Juan, lo esencial para el psicoanálisis es cómo él lo vive y  cómo ha proyectado sobre el mismo su conflicto con la lengua, digamos que el inconsciente se vale del profesor de Lengua para actualizar y repetir el conflicto con la lengua como representante del lugar simbólico del padre. Lo mismo sucede con el analista, la transferencia toma al analista en un determinado lugar para repetir un conflicto que no puede ser hablado (por eso es repetido) y que ha de ser elaborado en el análisis mediante la palabra (vía lo simbólico).

En esa transferencia negativa Juan le adjudica al profesor un lugar de saber, saber de la cultura, saber de la ley del deseo: tener los conocimientos y títulos, pero un saber del que él se encuentra privado por aquel, pues vive al profesor como presumiendo de los mismos  y no otorgándoselo a sus alumnos: “no se preocupa de ellos” dice Juan.

 La virulencia del conflicto con este profesor es la actualización de la virulencia del conflicto que tiene Juan con la Lengua y con la función padre que ella encarna. ¿Qué es lo que Juan en su repetición  reclama a este Profesor- padre que no le da, guardándoselo de manera narcisista  para sí mismo? El falo diríamos,  un lugar simbólico, un lugar en el lenguaje  que lo ubique en la misma línea que él: “igual que el padre debes ser, pero diferente…”, gozando en otro lugar (no con la madre) y de otra manera propia (sinthome).

“Nunca ha  aprobado la asignatura con él y procura sentarse en sus clases en la última fila, lejos de la vigilancia y atención del profesor. Coincide en la mesa con otro compañero, Luis, con quien se lleva estupendamente y que también tiene una situación académica parecida. Como se aburren en clase, apenas entienden nada y no tienen interés en lo que se explica, se ponen a hablar, hacen bromas a otros compañeros, interrumpen al profesor o se ponen a “jugar a los barcos”.
El profesor de Lengua les ha expulsado de clase y siempre culpa de lo sucedido al propio Juan. Al haber acumulado tantas expulsiones, se les ha abierto expediente hace un mes y a Juan le han sancionado con diez días de expulsión del centro.

Pero aunque detrás de este odio que se hace presente en la  transferencia negativa, está el amor y la transferencia positiva ya que él le supone al profesor  un saber que desearía que aquel le cediera. Como él no lo hace o no sabe actuar para incluir a Juan, el responde  por un lado queriendo pasar desapercibido  al sentarse en la última fila, pero a la vez  queriendo ser visto, pues se pone a jugar con otro alumno.

Podemos pensar como este conflicto con el profesor puede remitir a un conflicto con la función padre (no es el padre concreto) pues es esta la que posibilita la entrada del sujeto en el lenguaje, su ubicación en el mismo como sujeto de deseo. Un padre vivido como  guardándose para sí el saber sobre la ley del deseo que es la ley del lenguaje,  y que  presume de hacerlo,  un padre que expulsa al hijo, que lo deja por fuera de la misma, ¿ y el padre de Juan, que no le pasa sustento económico a este hijo?, ¿cómo incide ello en Juan y en su ser expulsado?
Quizás el joven con su actitud de “procurar sentarse en sus clases en la última fila, lejos de la vigilancia y atención del profesor”, lo que busca es precisamente lo opuesto: llamar la atención  y la mirada del profesor, su vigilancia. Posiblemente se trate de la búsqueda de una mirada que lo subjetive –que lo vea y le otorgue un lugar-aún a costa de ser castigado.
 Juan juega a los barcos, una puede preguntarse qué sentido tendrá para él el significante barco: por lo pronto el de alejarse e  irse, o volver y regresar (¿el fort-da Freudiano?), ¿algo que permita intermediar, ir y venir al sujeto en relación a su deseo?,  y si una analista  trabaja  con él dándole la palabra, seguramente se pueda desplegar una red significante que posibilite darle un sentido en relación a su historia, a este barco.

¿Qué intentará Juan dar a ver al profesor tomado en la transferencia paterna con este juego?¿Se trata de una acting out, transferencia salvaje que culminara en un pasaje al acto y la expulsión definitiva del centro: “Juan pierde los nervios, se dirige de malas maneras al profesor e incluso llega a insultarlo gravemente”.


“El profesor siempre culpa de lo sucedido al propio Juan. Al haber acumulado tantas expulsiones, se les ha abierto expediente hace un mes y a Juan le han sancionado con diez días de expulsión del centro. Al volver a clase, el profesor se ha dirigido a él comentándole que esperaba que el castigo le hubiera servido de enseñanza y que hubiera un cambio de comportamiento por su parte, de manera que mantuviera una actitud distinta en el aula. ( el subrayado es mío)

No solamente se piensa y aborda el conflicto  simplificando y proyectando toda la culpa (pues no se habla de responsabilidad, que es diferente),  en el alumno como “alumno problema”, sino que encima por haber acumulado tantas expulsiones, se le abre un expediente en el que el sancionan con aún más expulsión. Expulsión a la n potencia, cuanto mayor negación del docente de su implicancia en la virulencia y en la no resolución del conflicto, por la causa que sea (comodidad, ignorancia, miedo, arrogancia, etc.), mayor proyección de la culpa de todo en Juan, e incremento de la expulsión. Hasta se crea un expediente de expulsión de lo simbólico y la cultura, cuando lo que un joven que más necesita es un expediente de inclusión en el dese; se lo expide, despacha rápidamente de su subjetividad.

El profesor además de hablar de castigos, habla de  deberes y esfuerzo, centrando la solución en la conciencia , la racionalidad y la voluntad cuando el todo sujeto está dividido y es incapaz de poder controlar la parte de sí que desconoce , que es inconsciente y determina el conflicto. El profesor opera como un Amo: desde un lugar de saber lo que es el bien del sujeto,  de creer que el sujeto sabe lo que le conviene y si quiere puede llevarlo a cabo, no pudiendo ni sabiendo leer de otra manera obviamente porque no es un analista, pero sin tampoco considerar a la subjetividad de Juan. Al final del trabajo veremos que implicaría considerar la subjetividad de Juan y haberlo sabido escuchar.

Pero ahora leeremos como termina  la fallida historia de deseo de Juan:

“Al día siguiente, en clase de Lengua, el profesor empieza a explicar las oraciones completivas de subjuntivo. Juan no entiende lo que dice, y poco a poco se va desenganchando de la explicación. Dos veces le pregunta el profesor, las dos veces le pilla distraído e incapaz de responder. Al rato empieza a hablar con su compañero y a molestar al de al lado. El profesor le llama la atención a voces, le recuerda que ya ha sido expulsado y que le va a mandar otra vez al despacho del Jefe de Estudios, pidiendo que le expulsen un mes y que les deje así tranquilos. Juan pierde los nervios, se dirige de malas maneras al profesor e incluso llega a insultarlo gravemente. El profesor reclama la presencia del Director, que acude al aula y se lleva al despacho a Juan y a Luis”.
“Reunido el Consejo escolar, a propuesta del Director aprueba sancionar a Juan con expulsión de 29 días y solicitar a la Inspección que le cambie de centro. En su decisión han pesado, sobre todo, los graves insultos que Juan le hizo al profesor de Lengua”.

Nada más y nada menos la explicación del subjuntivo llevan a Juan a la expulsión, definitivamente expulsado del deseo, ¿acaso no es el deseo lo que expresan principalmente estas oraciones? Un deseo que no circula en la palabra, del que Juan se “va desenganchando”.

En Usos del subjuntivo dice entre otros aspectos:                                                                deseos o esperanza- pedidos, consejos o sugerencias-emociones o sentimientos- dudas- probable, poco probable o imposible -, etc.

Además se trata de oraciones completivas:

 Dee ellas dice el diccionario : adj. Que completa, llena o perfecciona.                                                 gram. [Oración] subordinada que funciona como complemento directo de la oración principal, y [conjunción] que la introduce, como el resto de las subordinadas están insertas en una oración principal y responden a la pregunta ¿qué?

Ante la pregunta del sujeto ¿qué me quiere el Otro?, ¿Cómo completo la falta en el Otro? En vez de recibir como respuesta  el Otro me quiere sujeto de deseo, sujeto a-palabrado, esto es hablado, escuchado, entendido y  leído por el Otro, ayudado, reconducido a la cultura, al estudio, el Otro me quiere objeto caído, expulsado de la palabra, de la Lengua, al cultura y la sublimación. 

El sujeto al no ser reconocido como sujeto de deseo, sujeto de palabra, se torna agresivo porque es el Otro sin saberlo quien al no reconocerlo como tal lo está agrediendo, (aunque el profesor lo agrede también al gritarle),expulsando de la palabra, lo que se concreta en la expulsión definitiva del mismo del centro. Lucha de egos, nivel imaginario que deja por fuera lo simbólico.

 REPETICIÓN, OBJETO PULSIONAL Y SUBLIMACIÓN.


¿Qué objeto deviene Juan, al no poder comprender, pensar, ya que la comprensión es del orden del lenguaje y sin lenguaje no podemos pensar? Para poder determinarlo hemos de considerar las pulsiones y su relación con el aprendizaje y la posibilidad o no de que las mismas sean sublimadas, ya que aprender, estudiar es sublimar, simbolizar. 

Para ello, hemos de decir antes que: el lugar de la falta (falo) instauradora del  deseo que a nivel de la pulsión  el objeto a encarna (nombra un agujero, en realidad la falta de objeto que satisfaga plenamente el deseo), vienen determinados objetos pulsionales con valor fálico, que en tanto semblantes del falo, la recubren. El deseo de saber y comprender  asienta fundamentalmente en dos pulsiones: la escópica (cuyo objeto es la mirada) y la pulsión invocante (cuyo objeto es la voz).

 Ambas pulsiones no están pudiendo ser sublimadas por Juan ya que no logra ni atender ni comprender en el colegio precisamente porque están tomadas por un no entender o no saber algo en relación a lo sexual: cuál es su lugar en relación al deseo del Otro: ¿qué me quiere el Otro?. Para sublimar lo pulsional el sujeto tiene que haber podido reprimir en este caso el deseo de ver y de oír acerca de la sexualidad de sus padres y del lugar que él tiene en dicha sexualidad y en su deseo, y haber desplazado ese deseo de saber hacia el conocimiento y saber escolar.   La pulsión invocante  es fundamental  para poder gozar del lenguaje y del pensamiento. Ella hace posible el deseo de oír primero (los sonidos, la musicalidad del lenguaje) y escuchar después (los sonidos con valor significante) y por tanto todo lo vinculado a la escucha, el placer en relación a la palabra y  el valor de la misma como proveniente del Otro de la cultura que encarna un profesor, y también el placer de pensar y comprender.

La mirada, que es fundamental en la situación de Juan y en todo proceso de aprendizaje y enseñanza. Como el deseo de saber está íntimamente vinculado a la pulsión de ver o escópica como le llama Lacan,  Juan para poder estudiar y desear hacerlo, debería estar pudiendo sublimar  la  pulsión escópica. Esto implica, en primer lugar que haya habido un proceso de erotización de la mirada: antes que nada, que él haya sido un objeto erótico, libidinal, que ocupara el lugar del falo para la mirada maternal, y luego a la vez, que en la mirada del niño, el centro de interés dejara de ser la madre y su cuerpo, su sexualidad, y él como objeto sexual  central de la mirada y la sexualidad de la madre y propia, para dirigirla al padre y al mundo, a la cultura, ello es simbolizar la castración. O sea, que él mismo cayera como objeto mirada que centra la sexualidad materna,  para dirigirse como sujeto que mira, al mundo y a otros intereses culturales. Ello implica que la sublimación de esa pulsión escópica es lo que hace posible  que el deseo de gozar-saber primario sobre la sexualidad, se reprima y se deslice vía representaciones, vía significantes, metonímicamente   por el saber cultural cualquiera sea, aspirando a saber ya sea sobre algún tema en especial, alguna materia, o saberlo todo sobre algún tema, etc.

También he de decir que  las otras pulsiones (anal, oral) también  tienen que haber logrado algún nivel de sublimación para  que el joven centre su deseo de saber en el colegio, u en otros ámbitos. Lo oral implica la incorporación  y el hacer propio lo que se va aprendiendo, comida alimento  que se incorpora o no, que se  aprehende o se rechaza  dependiendo también de la carga de amor y de odio que inter-juegan en ello. Amor para tomar ese objeto comida intelectual  y carga de destrucción para masticar y digerir y hacer propio  lo que se lee y escucha. También la pulsión anal, en cuanto posibilita la retención de lo que se aprende y de los conocimientos –heces valiosos y la expulsión de lo que no es importante, secundario  o presenta menos interés, etc. (sobre este punto no me he de extender, daría para mucho más).

UN LUGAR MÍNIMO PARA ALOJAR AL SUJETO Y SU PALABRA.

El profesor habría escuchado mínimamente a Juan si se hubiese interesado en él como persona, y no simplemente como un ¿alumno?, o aún peor, un aprobado o repetidor más. También si  él el profesor y/o el director hubieran sido y sentido como personas sensibles al otro ser humano, como sujetos deseosos de implicarse, de dejarse afectar más por el amor que por el odio, que les provoca  ¡un adolescente!!! , y hubieran tenido en cuenta  que es un ser único que tiene una sola vida, y además constituye el futuro de nuestra cultura y sociedad.

 Ello hubiera implicado  hablar con Juan de lo que le sucedía respecto a él, a su materia, a cómo y porque Juan lo vivía como creyéndose superior, etc., ya que  al acercarse y hablar, se podría haber ido  desmontando esa transferencia negativa y ese lugar de saber ideal  intrasmitible e  inaccesible sobre la lengua, que el profesor encarnaba. Justamente establecer con él otro vínculo, que posibilitara quizás  suplir en alguna medida la falta de  ese  padre que Juan necesitaba para poder aprehender-se a la Lengua.  Hablarle hecho saber de su “empatía” (ya que hoy se habla tanto, y se organizan   tantos cursos de  habilidades sociales que luego nunca se ponen en práctica), sobre la situación difícil que Juan estaba pasando en su familia, sobre su padre y la enfermedad de su madre,  haciéndole saber que él puede entender que para él (Juan) sea difícil estudiar y querer aprender en una situación así pero que podrían intentar colaborar para mejorar la situación.

  Poner palabras, enunciar lo que se da por hecho que el chico ha de saber, pero que solo adquiere valor de enunciación si es dicho: que él en su lugar de profesor (padre con autoridad) debe poder dar la clase y ser escuchado porque ese es su deber, que los demás alumnos tienen derecho a poder escuchar y si él se comporta de esa manera genera un perjuicio para todos. Buscar alguna estrategia para ayudar efectivamente a Juan a que mejore su aprendizaje de la materia. Hablar, hablar y hablar.

Eso hubiera implicado escucharlo como sujeto, como persona y no solo como un objeto estudiante problema que no rinde y molesta porque sí, por lo cual parece merecer ser expulsado del sistema.

Se podrá decir que esas no son funciones docentes. Sí pero se supone que en los centros hay equipos psicopedagógicos, ¿no intervienen ante estas situaciones? ,¿o el problema es  la manera en que lo hacen?


Más allá de ello, si cada uno de nosotros en las tareas y lugares donde nos desempeñamos en determinados roles, tendemos cada vez más a borrarnos, ausentarnos o vestirnos de indiferencia hacia el otro, prefiriendo por comodidad, egoísmo, miedo, etc. despersonalizar al ser humano que tenemos delante,  tenemos el futuro como especie simbólica, cultural  que hemos sido hasta ahora, complicado o abortado,  pues cada vez seremos menos seres humanos.