lunes, 19 de abril de 2010

KAFKA Y LA HISTORIA DE LA MUÑECA VIAJERA O DE LA SIMBOLIZACIÓN EN PSICOANÁLISIS.

El fragmento que a continuación transcribo del Libro “Brooklyn Follies” de Paul Auster, habla acerca de un episodio de la vida de Kafka que considero que dice de forma maravillosa lo que es el proceso de simbolización, y muestra claramente la función que ha de cumplir un adulto para ayudar a la instauración de la misma en el psiquismo infantil. Se trata como dice Auster de poder llegar a tener la fortuna de vivir dentro de una historia, para lo cual se necesita poder tejer con letras "el" y "en el" lugar de la falta del objeto, pudiendo así aceptar su pérdida. Pero se trata no solamente, o más que de vivir en un mundo imaginario, de ser habitado y habitar lo simbólico.
Eso sí, discrepo con Auster en que escribir esas cartas para la niña hayan podido implicar para Kafka un “haberse tomado una molestia”, “una pérdida de su valioso tiempo”, pues estaba haciendo lo que él sabía hacer excelentemente y lo que más disfrutaba, que era escribir. Y ya no solamente escribir sobre un papel, sino sobre una realidad(auqque escribir sea en el fromato que sea es siempre escribir la realidad de la vida), la de una niña que necesitaba de su escritura para superar una falta. Y como buen escritor que es, se dejó absorber por su proceso de “trabajo literario”, por eso su prosa no podía ser menos que “precisa, amena y absorbente”.

En el capítulo “Rumbo al Norte” dice TOM uno de los protagonistas, refiriéndose a Kafka, que éste no es sólo un gran escritor, también fue un hombre extraordinario y para demostrarlo le cuenta “la historia de la muñeca”….”Estamos en el último año de la vida de Kafka, que se ha enamorado de Dora Diamant, …….llega a Berlín en el otoño de 1923 y muere la primavera siguiente, pero esos últimos meses son probablemente los más felices de su vida……”
“Todas las tardes, Kafka sale a dar un paseo por el parque. La mayoría de las veces Dora lo acompaña: Un día, se encuentran con una niña pequeña que está llorando a lágrima viva. Kafka le pregunta qué le ocurre, y ella contesta que ha perdido su muñeca. Él se pone inmediatamente a inventar un cuento para explicarle lo que ha pasado. “Tu muñeca a salido de viaje”, le dice. “¿Y tú como lo sabes?”, le pregunta la niña. “Porque me ha escrito una carta”, responde Kafka. La niña parece recelosa. ¿Tienes ahí la carta?, pregunta ella. “No, lo siento”, dice él, “me la he dejado en casa sin darme cuenta, pero mañana te la traigo.” Es tan persuasivo, que la niña ya no sabe qué pensar. ¿Es posible que ese hombre misterioso esté diciendo la verdad?
“Kafka vuelve inmediatamente a casa para escribir la carta. Se sienta frente al escritorio y Dora, que ve como se concentra en la tarea, observa la misma gravedad y tensión que cuando compone su propia obra. No es cuestión de defraudar a la niña. La situación requiere un verdadero trabajo literario, y está resuelto a hacerlo como es debido. Si se le ocurre una mentira bonita y convincente, podrá sustituir la muñeca perdida por una realidad diferente; falsa, quizá, pero verdadera en cierto modo y verosímil según las leyes de la ficción.”
“Al día siguiente, Kafka vuelve apresuradamente al parque con la carta. La niña lo está esperando, y como todavía no sabe leer, él se la lee en voz alta. La muñeca lo lamenta mucho, pero está harta de vivir con la misma gente todo el tiempo. Necesita salir y ver mundo, hacer nuevos amigos. No es que no quiera a la niña, pero le hace falta un cambio de aires, y por lo tanto deben separarse durante una temporada. La muñeca promete entonces a la niña que le escribirá todos los días y la mantendrá al corriente de todas sus actividades.
“Ahí es donde la historia empieza a llegarme al alma. Ya es increíble que Kafka se tomara la molestia de escribir aquella primera carta, pero ahora se compromete a escribir otra carta cada día, única y exclusivamente para consolar a la niña, que resulta ser una completa desconocida para él, una criatura que se encuentra casualmente una tarde en el parque. ¿Qué clase de persona hace algo así? Y cumple su compromiso durante tres semanas, Nathan. Tres semanas. Uno de los escritores más geniales que han existido jamás, sacrificando su tiempo (su precioso tiempo que va menguando cada vez más) para redactar cartas imaginarias de una muñeca perdida. Dora dice que escribía cada frase prestando una tremenda atención al detalle, que la prosa era amena, precisa y absorbente. En otras palabras, era su estilo característico, y a lo largo de tres semanas Kafka fue diariamente al parque a leer otra carta a la niña. La muñeca crece, va al colegio, conoce a otra gente. Sigue dando a la niña garantías de su afecto, pero apunta a determinadas complicaciones que han surgido en su vida y hacen imposible su vuelta a casa. Poco a poco, Kafka va preparando a la niña para el momento en que la muñeca desaparezca de su vida por siempre jamás. Procura encontrar un final satisfactorio, pues teme que, si no lo consigue, el hechizo se rompa. Tras explorar diversas posibilidades, finalmente se decide a casar a la muñeca. Describe al joven del que se enamora, la fiesta de pedida, la boda en el campo, incluso la casa donde la muñeca vive ahora con su marido. Y entonces, en al última línea, la muñeca se despide de su antigua y querida amiga.
“Para entonces, claro está, la niña ya no echa de menos a la muñeca. Kafka le ha dado otra cosa a cambio, y cuando concluyen esas tres semanas, las cartas la han aliviado de su desgracia. La niña tiene la historia, y cuando una persona es lo bastante afortunada para vivir dentro de una historia, para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen. Mientras la historia sigue su curso, la realidad deja de existir.”
(las negritas son mías).

Estas cartas (ausentes, que fueron buscadas y nunca encontradas) son las que inspiran a un escritor barcelonés Jordi Sierra i Fabra, quien inventa y recrea las mismas en su obra “Kafka y la muñeca viajera”, con la cual ha ganado en 2007 el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil que cada año concede el Ministerio de Cultura de España, ausencia con la cual ha sabido hacer una emocionante y  bellísima historia que disfruté mucho leyendo.