sábado, 26 de diciembre de 2009

"La lectura y la vida"de Emili Teixidor y la lectura y la escritura en Psicoanálisis

El escritor catalán Emili Teixidor en un libro que me parece excelente y maravilloso, titulado “La lectura i la vida” dice:

“Entre las quejas que se sienten con frecuencia sobre los bajos índices de lectura, muy pocos recuerdan que los libros menos vendidos, y los más necesarios, son los de poesía. Confunden lectura con novela, confunden a la vez con información, distracción, formación, placer…sin pensar en lo que es en primer lugar la literatura: es lenguaje. Que sin palabras no podemos vivir. Que cuantas más tengamos, mejor podremos expresarnos y, como recuerdan muchos psicólogos y poetas, menos necesidad tendremos de acudir al psicólogo o al psiquiatra. Hemos olvidado esta función ordenadora, higiénica, terapéutica equilibrante del lenguaje. Por este motivo la poesía es esencial. Dicen que cada pueblo en que los jóvenes no hayan dejado la piel en el lenguaje, no puede presumir de haber conseguido el primer escalón de la civilización. Y por eso la primera cualidad que hemos de exigir a un libro es que esté bien escrito. Porque las palabras son el material con que los lectores ordenan su vida interior…"(12, pág. 52)

-“….necesitamos las palabras-la literatura- para nuestra ordenación interior, como instrumentos de nuestro pensamiento-pensamos con palabras- y por disponer de suficiente material para expresarnos, y una de las condiciones para conseguir la felicidad es que la expresión no se quede nunca retrasada respecto (o atrás)de la experiencia. Hemos de ser capaces de expresar todo lo que sentimos y vivimos, porque todo lo que se nos quede en el interior inexpresado o mal expresado por falta de palabras suficientes o de un vocabulario aproximado y deficiente, se convierte en obstáculo para la libertad interior, en una molestia para la felicidad, y a la larga esta acumulación de experiencias no dichas o mal expresadas producen una explosión de violencia hacia fuera o una implosión nefasta hacia dentro. Así mismo, la primera exigencia de toda literatura es la corrección, que el texto esté bien escrito. Un buen libro es el que está bien escrito, y un mal libro es el que está mal escrito. Además el libro cuenta y produce otros beneficios secundarios, laterales, como son la información que aporta, la seducción de las tramas, el placer de la evasión, las experiencias que el lector vive por medio de personajes interpuestos, etc, hasta el argumento de elocuencia procesal, amatoria o de controversia, pero la palabra, la buena escritura, es la base, el beneficio principal. Si la historia fuese el elemento principal, los mensajes de socorro serían los textos más importantes de la literatura. El poeta Joseph Brodsky llega a decir que si las autoridades conociesen los beneficios inmensos que proporcionan las palabras, la buena literatura, dedicarían más dinero a los presupuestos de educación y cultura, porque habrían de dedicar menos recursos a la sanidad. Dice también que habríamos de llevar siempre encima un papel para anotar e lo largo del día las palabras y frases nuevas que nos llegasen, de la misma manera que llevamos siempre con nosotros la tarjeta de crédito, cosa que demuestra que estamos más atentos a los intereses monetarios que al incremento de nuestro caudal intelectual.(6, pág.62)


"Insisto en la lengua, sobretodo porque existe la posibilidad de dejarnos tentar por las historias, el argumento, lo que se denominaba hasta hace poco “el mensaje del libro”. Camilo José Cela ya se va a burlar del mensaje cuando va a decir aquello de que sus novelas no eran botellas lanzadas al océano por un náufrago, y que no contenían ningún mensaje. Karl Kraus decía: “yo solo domino el lenguaje de los otros, el mío hace conmigo lo que quiere”. Con eso indicaba la fuerza impetuosa de la lengua que nos habita y nos porta, y como un escritor, un lector, ha de buscar su voz única. “En los verdaderos escritores, continuaba Kraus, “la forma y el contenido son solidarios como el alma y el cuerpo, mientras que en los otros, en los que no lo son, la forma y el contenido se ajustan como el cuerpo al vestido”.Se enojaba, disgustaba así nuestro autor: “Como si un poeta pudiese escoger unos temas a la manera como un sastre o un periodista presta su estilo a opiniones ajenas. Aún hoy día, la crítica alemana no tiene idea de la fuerza original que engendra al mismo tiempo el contenido y la forma”. …(7, pág. 63)

………. “Aquiles va a perder a su amigo en la guerra, y Homero no va a cometer ninguna injusticia contra el dolor de Aquiles por el hecho de describirlo en hexámetros dactílicos. ¿Honraríamos a nuestros muertos escribiendo palabras de cualquier manera, tal como saliesen, sin tener en cuenta los sonidos, el significado de estos sonidos, el sonido de estos significados? ¿Sería un testimonio de verdad de su pérdida? Recordemos el dolor de Aquiles, aquel terrible e inmenso dolor. Un dolor así solamente puede ser expresado por la forma. La forma lo es todo. Sin forma únicamente tenemos el grito que lanzamos cuando nos pisan el dedo gordo del pié…, un grito sincero, seguro, si es que eso tiene algún valor, pero sin ninguna profundidad ni perdurabilidad. Sin ningún tipo de resonancia. Podría ser un accidente grave, pero no podría ser dolor, y los agravios tienen su lugar en las reclamaciones del defensor del pueblo, pero no en la poesía”. Solamente la poesía, la forma poética, es capaz de expresar con eficacia el dolor de Aquiles y mantenerlo vivo hasta nuestros días”.

-“Existen muchos argumentos a favor de las historia bien escritas. Leer no es únicamente adquirir informaciones sobre obras escogidas, sino que consiste en aprender a leer y a escribir las obras de nuestra vida. Cada nueva lectura nos exige un cambio en la cualidad de nuestra experiencia moral. Después de todo (finalmente), en las historias más convencionales, la lectura refuerza los arquetipos de la búsqueda que llevan a término para encontrar una explicación sobre nuestra existencia, nuestras vidas, una explicación que signifique algo (alguna cosa). Siempre andamos a la búsqueda de lo absoluto. Por eso, la historia de un libro es buena si nos deja con más preguntas que respuestas en lo que hace al significado. En las primeras lecturas, pedimos a los libros, como a la vida, que sean excitantes, sobre todo románticos; más adelante que nos lo hagan pasar bien, que sean, el libro y al vida, soportables; y al final, que sean capaces de entenderlo todo, que sean, el libro y la vida, comprensibles”.(II, pág. 66)
(Traducción del catalán realizada por mi)

Los fragmentos seleccionados me conmueven y me convocan en relación a la posición del analista en la cura y al lugar que el acto analítico, la interpretación psicoanalítica tiene en la misma. No se trata solamente ni principalmente , como tampoco se trata en la verdadera Literatura según nos dice Emili Teixidor, del significado, de los vericuetos imaginarios del sujeto (“los beneficios secundarios o laterales como son la información que aporta, la seducción de las tramas, el placer de la evasión, las experiencias que el lector vive por medio de personajes interpuestos, etc, hasta el argumento de elocuencia procesal, amatoria o de controversia, como nos dice el citado autor”. No se trata siempre, ni solamente, del bla bla bla extendido en una sesión de prescriptos cuarenta y cinco minutos, en la que el sujeto muchas veces se pierde en lugar de encontrarse. Se trata de que la palabra certera sea escuchada, lo que es posible si el sujeto “asociando libremente” se encuentra ahí con el “Deseo del analista”, de lo que resulta que el analista crea poesía (la interpretación es un acto de creación), ya que como dice Lacan “si una interpretación apaga un síntoma es porque fue lo suficientemente poética”.
Se trata de que el analista realice la lectura del sujeto del inconsciente y también de que escriba al unísono, al mismo tiempo que el sujeto en análisis reescribe su historia de deseo. Se trataría de “leer y escribir bien” el libro del sujeto del inconsciente. Y en ello la historia no es el elemento principal. El analista, al igual que el “buen escritor”, no ha de dejarse tentar por las historias, por el argumento, “el mensaje” del libro o texto del sujeto, asumiendo el riesgo inherente a su función, de tener que soportar por ello muchas veces, la transferencia sobre sí de un rasgo de “frialdad”-como me sucedía recientemente con una sujeto en análisis-y los reclamos y el enojo que la misma suscita.
Conviene al analista la posición de Camilo José Cela: que las novelas de nuestros neuróticos, al igual que las suyas, no sean botellas lanzadas al océano por un náufrago, convienen que tenga en cuenta que no hay mensaje. Conviene al analista que la forma y el contenido de su interpretación sean solidarios como el alma y el cuerpo, porque solamente la forma poética es capaz de nombrar con efectos de cura, el dolor del sujeto en análisis.
 Pero a diferencia de lo que nos dice Emili Teixidor en el último fragmento citado, respecto a los libros: “que finalmente queremos que los libros sean capaces de entenderlo todo, que sean el libro y la vida comprensibles”, buscamos que el sujeto acepte que no hay libro capaz de entenderlo todo, que ningún libro ni ninguna vida tienen explicación, o tienen La explicación, que el sujeto deje de buscar lo absoluto, esto es, que asuma su castración.

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